Blancanieves y los Tres Chiquitos



Había una vez en un bosque encantado, tres pequeños chiquitos que vivían juntos en una cabaña. Eran muy amigos, y cada día se ayudaban entre sí en las tareas del hogar. Pero, aunque tenían una vida sencilla, siempre soñaban con aventuras y tesoros.

Un día, mientras estaban jugando cerca del río, escucharon un suave canto que parecía venir de una colina cercana. Curiosos, decidieron investigar. "¿Escucharon eso? Suena como una melodía mágica!" - dijo el más pequeño, Tito.

"Debe ser un duende o algo así, vamos a averiguarlo!" - sugirió Lucho, el mediano, saltando de emoción. "¿Pero y si es peligroso?" - preguntó el más grande, Rocco, con un tono de preocupación.

"No se preocupen, sólo será una aventura. ¡Vamos!" - exclamó Tito, entusiasmado. Así, los tres chiquitos se pusieron en marcha hacia el sonido.

Al acercarse, vieron a una hermosa joven con piel blanca como la nieve, cantando entre flores. Era Blancanieves, que se había perdido en el bosque mientras buscaba a sus amigos, los siete enanitos.

"Hola! ¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Blancanieves, al ver a los chiquitos.

"¡Hola! Somos Rocco, Lucho y Tito. ¿Estás bien? Te ves un poco perdida!" - respondió Rocco, acercándose con amabilidad.

"¡Sí! Me he perdido mientras buscaba a mis amigos. ¿Podrían ayudarme a encontrarlos?" - pidió Blancanieves, con una sonrisa esperanzadora.

Los chiquitos, emocionados por la oportunidad de ayudar a la princesa, asintieron con la cabeza. "¡Claro que sí!" - dijeron al unísono. Pero antes de continuar, decidieron llevarla a su cabaña para que pudiera descansar un poco.

En la cabaña, Blancanieves vio que los tres chiquitos tenían una hermosa colección de juguetes y juegos.

"¡Qué lindo lugar!" - exclamó. "¿Puedo jugar un rato?"

"¡Por supuesto!" - dijo Lucho, mientras sacaban los juguetes. Jugaron durante un rato, riendo y divirtiéndose, pero luego recordaron su misión.

"Bueno, ya es hora de buscar a los enanitos, ¿no?" - dijo Rocco, un poco impaciente.

"Sí, no podemos dejarla sola!" - insistió Tito. Todos se pusieron de acuerdo y salieron juntos en busca de los amigos de Blancanieves.

Mientras caminaban por el bosque, llegaron a un claro donde había un árbol gigante. Allí, los chiquitos decidieron llamar la atención de los enanitos.

"¡Enanitos, venimos en son de paz!" - gritaron al unísono. En ese instante, desde detrás del árbol, salieron los siete enanitos, muy asustados.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó uno de ellos, con voz temblorosa.

"No se preocupen, somos Rocco, Lucho y Tito, amigos de Blancanieves. ¡La encontramos!" - dijo Lucho.

Los enanitos se acercaron con cuidado, al ver a Blancanieves sana y salva. "¡Blancanieves! ¡Estábamos tan preocupados!" - exclamaron todos a la vez.

"No se preocupen, estoy bien. Estos chicos me ayudaron y me dieron mucha compañía. ¡Tuvimos muchas aventuras!" - les dijo Blancanieves, sonriendo complacida.

Los enanitos se alegraron mucho. "¡Qué buen trabajo, amigos!" - dijo uno de los enanitos. "Siempre es mejor compartir aventuras y ayudar a los demás. ¡Gracias!"

"A veces, cuando nos preocupamos por los demás, encontramos amigos en el camino!" - concluyó Rocco.

Así, los enanitos invitaron a los chiquitos a participar de una gran fiesta en el bosque, en agradecimiento por su valentía y generosidad. Todos bailaron, jugaron y compartieron historias. La amistad entre los chiquitos y Blancanieves floreció, y a partir de ese día, se prometieron mantenerse siempre unidos.

Desde entonces, los tres chiquitos aprendieron que la verdadera aventura no está solo en buscar tesoros, sino en ayudar a los demás y formar lazos de amistad.

FIN.

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