Boddy el Oso Miedoso



Era una vez, en un bosque mágico y lleno de colores, un osito llamado Boddy. A Boddy le encantaba jugar con sus amigos, pero había algo que siempre lo detenía: su miedo a lo desconocido. Cada vez que sus amigos le proponían hacer algo nuevo, Boddy quería participar, pero su corazón se llenaba de dudas.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, su mejor amigo, Tomás el conejito, sugirió explorar la cueva detrás de la cascada. Todos estaban entusiasmados, menos Boddy.

"No, no sé qué hay ahí, es oscuro y..." - decía Boddy, temblando un poco.

"¡Pero puede haber tesoros escondidos!" - exclamó Lila la ardilla, saltando de emoción.

Boddy quería unirse, pero el miedo lo invadía. Sin embargo, esa tarde, decidió hacer un pacto consigo mismo: intentar superar sus miedos.

Al llegar a la cueva, todos estaban maravillados. Era oscura y llena de misterios. Los demás corrieron hacia adelante, pero Boddy se quedó paralizado en la entrada.

"Vamos, Boddy, no hay nada que temer" - lo animó Lila.

"¿Y si hay monstruos?" - respondió Boddy con voz temblorosa.

"Nosotros estamos aquí contigo, somos tus amigos y no dejaremos que nada malo te pase" - aseguró Tomás.

Con un profundo suspiro, Boddy respiró hondo y, apoyando su patita en la tierra cálida, dio un paso hacia adentro. Siguió a sus amigos, un paso tras otro, mientras su curiosidad comenzaba a superar su miedo.

Al avanzar en la cueva, descubrieron brillantes piedras de colores que iluminaban el lugar. Había murales antiguos en las paredes que contaban la historia del bosque. Boddy, maravillado, comenzó a olvidarse de su miedo.

"¡Miren esto!" - gritó Boddy con entusiasmo al ver una piedra que brillaba como el sol.

"¡Eso es increíble!" - exclamó Tomás, corriendo hacia él.

Mientras exploraban, un eco resonó en la cueva. Boddy, al escuchar el ruido, se asustó de nuevo.

"¡¿Qué fue eso? !" - preguntó Boddy, ocultándose detrás de una roca.

"Solo es el eco, no te preocupes" - le dijo Lila amablemente.

Boddy frunció el ceño. Tenía que ser valiente.

"Yo puedo hacerlo" - se dijo a sí mismo. Así que salió de su escondite y avanzó.

El eco no desapareció, pero Boddy se dio cuenta de que no era nada terrible. En cambio, era como el bosque hablando con ellos, contándoles historias.

Cuando finalmente encontraron el tesoro: un cofre lleno de hermosas piedras y dibujos, Boddy se sintió increíblemente orgulloso.

"Gracias, amigos, por ayudarme a ser valiente. ¡Esto ha sido increíble!" - exclamó Boddy, radiante.

"Lo lograste, Boddy. Viste que no había nada que temer" - sonrió Tomás.

Desde ese día, Boddy aprendió que enfrentar sus miedos podía llevarlo a aventuras maravillosas. También entendió que tener amigos que lo apoyen hace que el camino sea mucho más fácil.

Y así, el osito miedoso, ahora valiente, se convirtió en un explorador del bosque mágico, viviendo cada día al máximo.

FIN.

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