Bonito y Su Alegre Viaje a las Montañas
Era una soleada mañana cuando Bonito, un pequeño pez de colores vibrantes, decidió que quería hacer un viaje. Sin embargo, no quería ir a cualquier lugar, sino a las majestuosas montañas que siempre había visto desde su hogar en el tranquilo lago.
"¡Hoy es el día perfecto!" - exclamó Bonito moviendo su aleta con emoción. "¡Voy a conocer las montañas!"
Bonito se despidió de sus amigos del lago, quienes le sonrieron y le desearon un buen viaje. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con su aventura.
"¿Por qué vas a las montañas, Bonito?" - preguntó su amiga, la tortuga Tika. "No hay agua ahí. ¿No te sentirás perdido?"
"Pero debo explorar más allá de mi hogar. Esta es una oportunidad única!" - respondió Bonito con determinación.
Mientras nadaba hacia la orilla, Bonito notó que el paisaje comenzaba a cambiar. El agua se volvía menos profunda y pronto llegó a la tierra. Sin pensarlo dos veces, dio un salto y se encontró en un prado lleno de flores.
"¡Qué hermoso lugar!" - gritó Bonito mientras saltaba de alegría.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no sabía cómo continuar su viaje. Allí no había agua y BONITO no podía moverse sin su querido elemento.
"¡Oh, no! ¿Qué haré ahora?" - se quejó, mirando a su alrededor.
En ese momento, una ágil liebre llamada Canela apareció por el prado.
"¿Qué te pasa, pequeño pez?" - le preguntó Canela, preocupada.
"Quiero llegar a las montañas, pero no sé cómo hacerlo sin agua" - respondió Bonito, un poco desanimado.
"No te preocupes, yo te ayudaré," - dijo Canela con una sonrisa. "Voy a buscar algo que te pueda servir. ¡Espera aquí!"
Canela desapareció entre las flores y Bonito comenzó a tener pensamientos sobre su viaje. ¿Era realmente capaz de llegar a las montañas? Después de unos minutos, la liebre regresó, cargando un pequeño caracol.
"Este es Carli, un experto en caminos. Él podrá guiarte hacia las montañas", - dijo Canela.
"¡Hola, Bonito!" - saludó Carli, moviendo su caparazón con entusiasmo. "Puedo mostrarte un sendero que conecte el prado con el río que lleva hacia las montañas."
"¡Eso sería genial!" - respondió Bonito, sintiéndose emocionado otra vez.
Los tres pequeños amigos comenzaron su aventura. Caminaban y conversaban, llenos de emoción por lo que estaba por venir. De repente, se encontraron con un gran barranco que bloqueaba su camino.
"Ahora no puedo seguir adelante. ¡Yo soy un pez, no puedo saltar esto!" - dijo Bonito, angustiado.
"¡Piensa! Siempre hay una solución," - animó Canela.
Carli se puso a pensar y se le ocurrió una idea.
"Bonito, tal vez podamos hacer una rampa con ramas y hojas. Si todos trabajamos juntos, seguro que lo conseguimos!"
Trabajaron en equipo, recolectando ramas y hojas hasta formar una rampa sólida. Bonito debía concentrarse y recordar que cada pequeño esfuerzo cuenta. Cada vez que se sentía desanimado, tomaba inspiración de sus amigos.
"¡Puedes hacerlo, Bonito! ¡Salta!" - gritaron Canela y Carli al unísono.
Bonito tomó aire y, con todo su ímpetu, saltó hacia la rampa. ¡Y justo cuando se acercaba al final!"¡Lo logré!" - gritó Bonito mientras se lanzaba y caía en una suave corriente del río, que lo conduciría hacia las montañas.
Los amigos se despidieron, prometiendo reunirse más tarde para contar lo que había pasado. Bonito siguió adelante, saltando feliz en el río, y disfrutando de la belleza natural que lo rodeaba.
Finalmente, después de muchos saltos y nadadas, Bonito llegó a las montañas. Allí, se encontró con un mundo de colores y sonidos que nunca había visto.
"¡Es increíble!" - murmulló mientras observaba las vívidas maravillas a su alrededor, estampas de flores, ardillas brincando y un arco iris que brillaba en el cielo.
Bonito no sólo había superado obstáculos, sino que también había aprendido que, a veces, los amigos son quienes te ayudan a alcanzar tus sueños. No importa de dónde vengas, se puede explorar el mundo con valentía y apoyo.
Cuando regresó al lago, cada uno de los amigos le preguntó sobre su viaje.
"¡Fue asombroso!" - contó Bonito, recordando cada momento. "Aprendí que puedo ir más allá de lo conocido y que siempre hay amigos dispuestos a ayudar. ¡No tengan miedo de explorar!"
Desde entonces, Bonito fue el pez más feliz del lago, lleno de historias y aventuras por compartir. Y seguro cada vez que miraba a las montañas, sonreía recordando el día que se atrevió a ser más que un pez, sino un explorador del mundo.
Y así, Bonito entendió que el verdadero viaje comienza cuando tienes la curiosidad y el valor de seguir tus sueños.
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FIN.