Bono y el Jardín de los Recuerdos
Bono era un pequeño perrito Schnauzer de color sal y pimienta, que vivía en una casa acogedora de Tuxtla Gutiérrez, México. Había pasado por momentos difíciles, ya que había perdido a sus papás recientemente. Ahora, cada vez que se quedaba solo, un nudo en su pancita le recordaba que estaba triste y asustado.
Una mañana soleada, mientras Bono miraba por la ventana, Jemy y Toño, sus abuelos humanos, entraron a la sala.
"Hola, Bono. ¿Cómo estás hoy?" - preguntó Jemy, acariciando suavemente su pelaje.
"No tan bien, abuela. Me siento solo y tengo miedo de no volver a ver a mis papás" - respondió Bono, con un pequeño suspiro.
"Entendemos, cariño. Pero sabemos que ellos siempre estarán en tu corazón" - agregó Toño, asintiendo con la cabeza.
A Jemy y Toño se les ocurrió una idea brillante para ayudar a Bono con su tristeza. Decidieron llevarlo a un jardín especial donde crecían flores muy coloridas.
"Vamos a hacer un viaje al Jardín de los Recuerdos" - dijo Jemy, sonriendo.
"¿El Jardín de los Recuerdos?" - preguntó Bono, curioso.
"Sí, allí podemos recordar juntos a tus papás y celebrar los momentos hermosos que vivieron. Te ayudará a sentirte mejor" - respondió Toño, mientras comenzaban a caminar.
El jardín estaba lleno de flores de todos los colores, y al llegar, Bono se sintió un poco más aliviado.
"¿Cómo recordaremos a mis papás aquí?" - inquirió Bono.
"Cada flor en este jardín tiene una historia, y cada historia es una parte de ellos" - explicó Jemy cuidadosamente.
Mientras caminaban, encontraron una flor azul brillante.
"Esta flor representa el día en que fuiste rescatado, y tus papás te llevaron a casa por primera vez" - compartió Toño.
"Era un día tan feliz..." - recordó Bono, moviendo su colita.
Poco a poco, fueron encontrando más flores. Una blanca representaba los abrazos que le daban al llegar de pasear, y una roja era sobre las aventuras que tenían en el parque. Bono, mientras escuchaba las historias, comenzó a sentirse un poco más fuerte.
"¡Mira esa flor amarilla! ¿Qué significa?" - preguntó Bono emocionado.
"Esa refleja los momentos en los que jugabas a atrapar la pelota en el jardín. Qué divertido era ver lo rápido que corrías" - explicó Jemy, riendo.
Sin embargo, mientras exploraban, una sombra oscura pasó volando por encima de ellos. Era un gran ave que empezó a hacer ruido. Bono, asustado, se escondió detrás de Toño.
"¡Ay, tengo miedo!" - exclamó Bono, temblando.
"Está bien, Bono. Recuerda lo que hemos hablado de tus papás. Ellos siempre querrían que fueras valiente" - le animó Jemy.
"Sí, Bono, no estás solo. Estamos aquí contigo" - agregó Toño con voz firme.
Bono respiró hondo y decidió salir de su escondite. Mirando hacia arriba, vio que el ave se alejaba.
"¡Lo logré!" - gritó Bono con alegría.
"¡Así se habla, campeón!" - aplaudió Jemy emocionada.
A medida que el día avanzaba, Bono empezó a disfrutar del Jardín de los Recuerdos. Con cada flor, tomaba fuerza para recordar a sus papás no con tristeza, sino con amor. Pasaron horas explorando, riendo y compartiendo anécdotas.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Toño decidió que era la hora de regresar a casa.
"Bono, has sido muy valiente hoy. La próxima vez que te sientas solo o asustado, recuerda que siempre puedes venir aquí y recordarlos" - le dijo.
"Lo haré, abuelito. Gracias por ayudarme a ser valiente" - respondió Bono con una gran sonrisa.
De regreso en casa, Bono se sintió un poco más ligero. Había aprendido que aunque sus papás no estuvieran físicamente, sus recuerdos siempre lo acompañarían, dándole coraje para enfrentar sus miedos. A partir de ese día, cada vez que se sentía solo, Bono se acordaba de su visita al jardín y se esforzaba por recordar los momentos felices.
Finalmente, con el apoyo de Jemy y Toño, Bono comprendió lo importante que es ser valiente. Y así, cada día, se esforzaba un poco más por superar sus temores, sabiendo que el amor de sus papás siempre viviría en su corazón.
FIN.