Brave Hearts in the Hidden Cave



Había una vez en el tranquilo pueblo de Villacolor, un pequeño niño llamado Teror Honichan. Teror era un niño muy curioso y valiente, pero tenía un problema: le daba mucho miedo ver sangre.

Cada vez que veía sangre, se ponía pálido como la nieve y su corazón latía tan rápido como los cascos de un caballo desbocado.

Un día, mientras Teror caminaba por el bosque cercano a su casa, escuchó unos ruidos extraños provenientes de una cueva escondida entre los árboles. Su curiosidad lo llevó a investigar qué estaba pasando allí adentro. Al entrar en la cueva, Teror descubrió que había un grupo de animales heridos que necesitaban ayuda.

Había conejitos con patitas rotas, pajaritos con alas lastimadas y hasta una ardillita con una herida profunda en su cola. Teror quería ayudarlos, pero al ver tanta sangre comenzó a temblar y sentir mucho miedo.

Sin embargo, recordó las palabras sabias de su abuelo: "El miedo no debe detenerte cuando alguien necesita tu ayuda". Decidido a superar su miedo por el bienestar de los animales heridos, Teror respiró hondo y se acercó lentamente hacia ellos.

Con mucho cuidado y sin mirar directamente a la sangre, vendó las patitas rotas de los conejitos y curó las alas lastimadas de los pajaritos. La ardillita con la herida profunda en su cola fue más difícil de tratar.

Teror sabía que debía limpiar la herida, pero el miedo lo invadía. Fue entonces cuando recordó una técnica que había aprendido en la escuela para controlar su miedo: respiración profunda y contar hasta diez. "Uno... dos... tres...

" -Teror comenzó a contar mientras se acercaba a la ardillita. "Cuatro... cinco... " -continuó contando mientras limpiaba con cuidado la herida. "Seis... siete... " -siguió contando mientras aplicaba un vendaje suave.

Cuando llegó al número diez, Teror se dio cuenta de que había logrado superar su miedo y ayudar a los animales heridos. Su corazón dejó de latir tan rápido y una sonrisa se dibujó en su rostro. Los animales, agradecidos por la ayuda de Teror, saltaron y volaron alrededor de él, llenos de alegría.

Desde ese día, Teror Honichan se convirtió en el héroe del pueblo. Todos sabían que podían contar con él cuando alguien necesitara ayuda, sin importar si había sangre o no involucrada.

La valentía y determinación de Teror inspiraron a otros niños del pueblo a enfrentar sus propios miedos. Aprendieron que todos tenemos temores, pero lo importante es encontrar la fuerza dentro de nosotros mismos para superarlos y hacer el bien en el mundo.

Y así fue como Teror Honichan demostró que incluso aquellos que tienen miedo pueden convertirse en héroes valientes cuando deciden enfrentarlo.

FIN.

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