Bray y la Luna Viajera



En un pequeño y mágico bosque, vivía una feliz colonia de hormiguitas. Una de ellas, llamada Bray, era muy curiosa y soñadora. Un día, mientras paseaba por el bosque, miró hacia arriba y se dio cuenta de algo sorprendente: la luna parecía seguirla a todas partes.

"¡Hola, Luna!" gritó Bray emocionada. "¿Me estás siguiendo?" La luna no contestó, pero Bray se sintió especial, como si tuviera una amiga mágica.

Cada noche, Bray observaba a la luna desde su hogar. Ella pensaba en lo lejos que estaba, en lo brillante que era. Sus amigas hormigas la miraban con curiosidad.

"Bray, ¿por qué estás tan emocionada con la luna?" le preguntó su amiga Lena.

"Porque parece que me sigue, Lena. Tal vez quiera hacer una aventura conmigo," respondió Bray con una sonrisa radiante.

Esa noche, mientras todos dormían, Bray decidió seguir la pista de la luna. Caminó y caminó, siguiendo su luz brillante. Se adentró en el bosque y pronto se encontró en un claro, donde la luna brillaba más que nunca.

"¡Hola, Bray!" sonó una voz dulce y melodiosa. Era la luna, brillando y titilando en el cielo.

"¿Puedes hablar?" preguntó Bray, maravillada.

"Sí, querida hormiguita. Te he estado observando y quiero que vengas conmigo en un viaje especial. Pero debes estar lista para lo inesperado," dijo la luna.

"¡Estoy lista!" respondió Bray con entusiasmo.

En un parpadeo, Bray se sintió elevada del suelo. La luna comenzó a llevarla por los cielos. Miraron juntos la tierra desde lo alto y Bray vio todo su bosque desde una perspectiva increíble.

"¡Es tan hermoso!" exclamó Bray. "¿Podemos conocer nuevos lugares?"

"Por supuesto, pero tienes que aprender cómo funciona mi magia," dijo la luna mientras se acercaban a un nublado castillo de estrellas. "Los sueños y la curiosidad son la magia más poderosa de todas."

Bray observó cómo las estrellas danzaban alrededor y tomó una gran inspiración. Pero de repente, un viento fuerte de pronto hizo que la luna se balanceara.

"¡Bray, agárrate fuerte!" exclamó la luna mientras las estrellas empezaron a desmaterializarse.

Bray se dio cuenta de que, aunque la luna era fuerte, todo el viaje dependía de ella. "¡Estoy aquí!" dijo Bray con determinación. "Use mi curiosidad para sostenerte."

Con su fuerza interior, Bray logró estabilizar la situación. La luna se recuperó y sonrió. "Has demostrado una gran valentía, Bray. La curiosidad es importante, pero la valentía lo es aún más."

Después de esa aventura, la luna llevó a Bray de regreso al bosque. Mientras se acercaban a su hogar, la luna le dio un consejo. "Recuerda, Bray, la curiosidad y la valentía te llevarán a lugares increíbles."

"¡Lo prometo!" exclamó Bray con una sonrisa brillante.

Desde ese día, Bray compartió su experiencia con las otras hormiguitas y se convirtió en su guía. Juntas exploraron más allá del bosque, llenando sus días de aventuras, curiosidad y valentía.

Y cada vez que Bray miraba a la luna, sabía que no solo era su amiga, sino también su inspiración para descubrir todo lo maravilloso que el mundo tenía para ofrecer.

FIN.

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