Bread, Bullies, and Friendship


Había una vez un niño llamado Lucas, que asistía a la escuela primaria "La Alegría". Aunque era muy inteligente y tenía muchos amigos, había algo que lo preocupaba profundamente: su compañero de clase, Tomás.

Tomás era un niño grande y fuerte, pero también era conocido por ser un matón. Siempre buscaba problemas con los demás niños, les quitaba sus meriendas en el recreo y los empujaba sin razón alguna.

Nadie se atrevía a enfrentarlo, ya que temían sus reacciones violentas. Lucas solía llevar siempre un pan en su mochila para comer durante el recreo. Un día, mientras estaba comiendo su pan tranquilamente en un rincón del patio de la escuela, Tomás se acercó amenazante hacia él.

-¡Oye tú! -gritó Tomás-. ¿Qué crees que estás haciendo? -Solo estoy comiendo mi pan -respondió Lucas tímidamente. -¡Eso no importa! ¡Yo quiero tu pan! -exclamó Tomás mientras intentaba arrebatárselo de las manos.

Lucas se aferró al pan con todas sus fuerzas y trató de escapar corriendo. Pero lamentablemente para él, tropezó y cayó al suelo. El pan salió volando por los aires y fue a parar directamente al maestro de educación física, el señor Martín.

El señor Martín observó la situación desde lejos y decidió intervenir. Se acercó a Lucas y le ayudó a levantarse del suelo. -¿Estás bien? -preguntó amablemente el maestro. -Sí, estoy bien, gracias -respondió Lucas con timidez.

El señor Martín se dio cuenta de que Tomás estaba intentando robarle el pan a Lucas y decidió tomar cartas en el asunto. Llamó a ambos niños y les dijo:-Chicos, no es correcto pelearse por algo tan insignificante como un pan.

Todos merecen respeto y tienen derecho a disfrutar de su comida sin temor a ser molestados. Tomás bajó la mirada avergonzado. Sabía que había hecho algo malo y se sintió arrepentido por sus acciones. -Lo siento, Lucas -dijo Tomás sinceramente-.

No debería haber tratado de quitarte tu pan. Fue un comportamiento muy injusto de mi parte. Lucas miró fijamente a Tomás durante unos segundos y luego le respondió:-Aprecio tus disculpas, Tomás.

Pero creo que debes aprender a tratar a los demás con amabilidad desde el principio, sin necesidad de lastimarlos o quitarles sus cosas. El señor Martín sonrió orgulloso al escuchar las palabras de Lucas.

Ambos niños aprendieron una valiosa lección ese día: la importancia del respeto hacia los demás y cómo resolver conflictos de manera pacífica. Desde entonces, Tomás cambió su actitud y comenzó a tratar mejor a sus compañeros.

Se convirtió en un niño más amable y comprensivo, dispuesto siempre a ayudar cuando alguien lo necesitaba. Lucas también aprendió que no hay que dejarse intimidar por los matones y cómo enfrentar situaciones difíciles con valentía e inteligencia emocional.

Y así fue como la historia de estos dos niños, que comenzó con un pan y una pelea, se transformó en una amistad basada en el respeto y la empatía. Juntos, demostraron que todos podemos cambiar para mejor si nos esforzamos y aprendemos de nuestros errores.

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