Breda, la Gatita Especial



Había una vez en un pequeño pueblo una gatita llamada Breda. No era como las otras gatas del vecindario; ella era una caracal, un felino de orejas puntiagudas y un hermoso pelaje dorado. Aunque Breda era distinta, eso no le importaba.

Sin embargo, la vida no era fácil para ella. Algunas de las gatas del vecindario, al ver que era diferente, la maltrataban.

"¡Mirá a la rara!" - decía una de las gatas mientras se reía entre sus amigas.

"No sabes cazar, ni jugar, ni hacer nada bien" - añadía otra, mientras Breda se alejaba triste.

A pesar de todo, Breda trataba de ser amigable y juguetona. Le encantaba salir a explorar los campos, correr entre las flores y jugar con los pájaros. Pero cuando volvía al vecindario, las otras gatas seguían burlándose de ella.

Un día, Breda decidió que ya había tenido suficiente. No quería seguir sintiéndose mal por ser diferente. Se subió a su árbol favorito y miró a su alrededor. "Tengo que ser valiente y aceptar quién soy" - se dijo a sí misma.

Desde ese día, Breda comenzó a practicar sus habilidades. Practicó saltar, correr y jugar. Un día, mientras exploraba un campo cercano, se encontró con un grupo de animales que estaban en problemas.

"¡Ayuda! ¡Una serpiente está asustando a nuestros bebés!" - dijo un conejito tembloroso.

"No se preocupen, yo puedo ayudar" - respondió Breda con determinación.

Y así fue como Breda, con su agilidad y astucia, logró distraer a la serpiente y ayudar a los conejitos a escapar. Desde aquel día, los animales del campo comenzaron a admirarla, y le agradecían su valentía. Breda se sintió muy feliz.

Pero las gatas del vecindario aún no se dieron cuenta de su fuerza. Un día, mientras Breda jugaba con sus nuevos amigos, se oyó un grito.

"¡Ayuda! ¡Me he caído al río!" - era una de las gatas que siempre la había maltratado.

Sin dudarlo, Breda corrió hacia el lugar.

"¡No te preocupes, voy a ayudarte!" - gritó mientras saltaba al agua. Con un sorprendente movimiento, logró sacar a la gata del río y ponerla a salvo en la orilla.

La gata, aún temblando, miró a Breda con agradecimiento. "Gracias, no sé qué hubiera hecho sin vos"

"Está bien, no importa. Todos merecen ayuda, incluso aquellos que no son amables" - dijo Breda, con una sonrisa.

A partir de ese día, la gata que había sido cruel con ella comenzó a cambiar. Se acercó a Breda y le dijo:

"Lamento haberte tratado mal, te admiro por tu valentía. Tal vez podamos ser amigas".

Breda sonrió y aceptó su amistad. Con el tiempo, Breda se convirtió en la heroína del vecindario. Las otras gatas la respetaban y aprendieron que ser diferente es algo maravilloso. Desde ese día, Breda no solo fue feliz, sino que también demostró que aceptar y ayudar a los demás puede cambiar los corazones.

Y así, Breda vivió feliz, rodeada de amigas, y entendió que ser diferente no sólo es algo especial, sino también una gran fortaleza.

FIN.

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