Brillantes en Colores



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, nueve niños llamados Marcos, Ian, Saad, Mario, Adrián, Víctor, Pablo, Marc y Diego. Todos ellos tenían algo especial: eran niños con autismo.

Pero esto no les impedía disfrutar de la vida y aprender junto a sus maestras en el aula de colores. Cada mañana los nueve amigos se encontraban en la puerta del colegio con una sonrisa radiante.

Sabían que iban a pasar un día lleno de aventuras y aprendizaje juntos. La señorita Laura y la señorita Ana eran sus maestras favoritas. Eran cariñosas y siempre encontraban formas creativas para enseñarles cosas nuevas.

Un día soleado, mientras estaban en clase pintando con acuarelas multicolores, la señorita Laura tuvo una idea emocionante. Les propuso hacer un proyecto sobre animales exóticos de diferentes partes del mundo. -¡Chicos! ¿Les gustaría conocer más sobre los animales? -preguntó emocionada la señorita Laura. -¡Sí! ¡Sí! -gritaron todos al unísono.

Así comenzaron su viaje imaginario por el mundo animal. Cada semana investigaban sobre un animal diferente y lo presentaban ante sus compañeros. Aprendieron sobre tigres en India, pandas en China e incluso pingüinos en Antártida.

Un día llegaron al colegio entusiasmados porque era el turno de Ian para presentar su animal favorito: el elefante africano. -Chicos ¡hoy vamos a aprender todo sobre los elefantes africanos! Son tan grandes como dos camiones juntos y tienen orejas enormes -explicó Ian emocionado.

Todos los niños estaban fascinados con la presentación de Ian. Pero, de repente, se escuchó un ruido extraño en el aula. Era el sonido de unos pasos pesados acercándose lentamente.

-¡Miren! ¡Un elefante africano está entrando al aula! -exclamó Víctor señalando hacia la puerta. Todos los niños se pusieron nerviosos, pero la señorita Laura les tranquilizó explicándoles que era solo una sorpresa que había preparado para ellos.

El elefante africano era en realidad un muñeco gigante hecho por las maestras con materiales reciclables. Los niños se divirtieron mucho montando sobre él y sintiéndose como verdaderos exploradores en la selva africana.

A medida que pasaban los días, Marcos, Ian, Saad, Mario, Adrián, Víctor, Pablo, Marc y Diego demostraron cada vez más su creatividad e imaginación. Aprendieron a través del juego y descubrieron nuevas habilidades dentro de sí mismos. Una tarde soleada decidieron organizar una obra de teatro para toda la escuela.

Cada uno eligió su personaje favorito: Marcos sería un valiente león; Ian sería un ágil mono; Saad sería una elegante jirafa; Mario sería un divertido loro; Adrián sería una astuta zorra; Víctor sería un veloz guepardo; Pablo sería un tímido canguro; Marc sería un curioso koala y Diego sería un sabio búho.

Durante semanas ensayaron y se prepararon para el gran día. Finalmente, llegó la hora de la función y el teatro estaba lleno de padres, maestros y compañeros emocionados. Los nueve amigos dieron lo mejor de sí en el escenario.

Cada uno mostró su talento especial y juntos brillaron como nunca antes. Al finalizar la obra, todos los presentes ovacionaron a los niños con un fuerte aplauso.

Esa noche, después de la función, Marcos, Ian, Saad, Mario, Adrián, Víctor, Pablo, Marc y Diego se miraron entre sí con una sonrisa llena de orgullo y satisfacción.

Habían demostrado al mundo que no importaba cuál fuera su condición o habilidad especial; ellos eran capaces de lograr cualquier cosa que se propusieran. Y así fue como estos nueve valientes niños con autismo enseñaron al mundo que la diversidad es hermosa y que todos podemos aprender juntos en un aula llena de colores.

FIN.

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