Brillo de hermanas
Jaia era una niña curiosa y alegre que vivía con su mamá en una casita rodeada de árboles frutales.
Un día, su mamá le dio una noticia emocionante: ¡estaba embarazada! Jaia saltó de alegría al pensar en tener un hermanito o hermanita con quien jugar. "¡Mamá, estoy tan emocionada por el bebé que viene en camino! ¿Será nena o nene?", preguntó Jaia con los ojos brillantes de emoción.
Su mamá sonrió tiernamente y le dijo: "Eso es algo que todavía no sabemos, pero lo importante es que vendrá lleno de amor para compartir contigo". Los días pasaron y la panza de mamá crecía cada vez más.
Jaia se dedicaba a hablarle al bebé todas las noches antes de dormir, contándole historias y cantándole canciones dulces. Estaba ansiosa por conocerlo o conocerla. Una tarde soleada, mientras jugaban en el jardín, llegó el momento especial.
Mamá sintió un fuerte dolor y tuvieron que salir corriendo hacia el hospital. Allí, después de unas horas llenas de nervios y emoción, finalmente nació el bebé. "¡Es una sorpresa!", anunció la enfermera mientras sostenía al recién llegado envuelto en una manta rosa y azul.
Jaia abrió los ojos sorprendida al ver que era ¡una niña! Se acercó con cuidado a su mamá para mirar a su nueva hermanita con ternura. "¡Es perfecta! ¿Cómo se llamará?", preguntó Jaia emocionada.
Mamá sonrió y respondió: "Se llamará Luna, porque iluminará nuestras vidas como la luz brillante en la noche". Desde ese día, Jaia cuidaba amorosamente a Luna como la mejor hermana mayor del mundo. Le enseñaba canciones divertidas, le leía cuentos antes de dormir y jugaban juntas todo el tiempo.
Con el paso de los años, Luna creció feliz y valiente gracias al amor incondicional de su familia. Siempre recordaría aquel día en que llegó al mundo rodeada del cariño de su mamá y su querida hermana mayor Jaia.
Y así, entre risas y aventuras compartidas, la familia siguió creciendo unida por siempre jamás. Porque lo más importante no era si eras nena o nene, sino cuánto amor podías dar y recibir cada día.
FIN.