Brillo eterno en el cielo


Había una vez en el cielo nocturno un grupo de estrellas que brillaban más que ninguna otra. Entre ellas, dos estrellas muy especiales se encontraban enamoradas: Estela y Lucio.

Su amor era tan intenso que iluminaba todo a su alrededor, creando destellos de colores maravillosos en el firmamento.

Un día, una nube oscura y envidiosa llamada Griselda se acercó a Estela y Lucio y les dijo con voz ronca: "¿Cómo se atreven a brillar tanto juntos? El amor no está permitido entre estrellas". Estela y Lucio se miraron con tristeza, pero su amor era tan fuerte que decidieron desafiar las palabras de la malvada nube.

"No permitiremos que tu maldad apague nuestro brillo, Griselda", dijo Estela con determinación. La nube enfurecida intentó separar a los enamorados lanzando rayos y truenos, pero nada pudo opacar la luz del amor de Estela y Lucio.

Sin embargo, un día mientras cruzaban el cielo juntos, un viento fuerte los separó abruptamente llevándose a Lucio lejos de Estela. "¡Lucio! ¡No te vayas!" gritaba desesperada Estela mientras lo veía alejarse en la distancia. Estela lloró lágrimas brillantes que caían como pequeñas estrellas fugaces.

Pero entonces recordó las palabras sabias de su abuela estrella: "El verdadero amor nunca se apaga, siempre brilla en lo más profundo del corazón". Decidida a encontrar a Lucio, Estela emprendió un viaje por todo el cielo en busca de su amado.

En su camino se encontró con diferentes astros que le ofrecieron ayuda: el cometa Veloz le mostró el camino más corto para llegar hasta donde estaba Lucio; la constelación Sabia le dio consejos para superar obstáculos; y el sol Radiante le regaló calor para dar fuerzas en su travesía.

Finalmente, después de atravesar galaxias y sortear tormentas espaciales, Estela llegó al lugar donde estaba Lucio. Ambos se fundieron en un abrazo luminoso lleno de amor y felicidad.

"Nuestro amor es eterno como las estrellas mismas", susurraron al unísono mientras volvían juntos al firmamento. Desde ese día, Estela y Lucio siguieron brillando juntos en el cielo nocturno, recordándole a todos que el verdadero amor puede superar cualquier adversidad y que siempre vale la pena luchar por él.

Y aunque Griselda seguía acechando desde lejos con su oscuridad, nada ni nadie pudo apagar la luz radiante del amor de estas dos estrellas destinadas a brillar juntas por siempre jamás.

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