Brillo y las hormigas del mar



En lo profundo del océano vivía un pequeño pecesito de plata llamado Brillo.

A diferencia de los demás peces, Brillo no nadaba en cardúmenes ni jugaba con sus amigos, él tenía una misión muy especial: ayudar a las hormigas que vivían en la orilla del mar. Un día, las hormigas estaban trabajando arduamente para llevar comida a su hormiguero cuando una fuerte lluvia arrastró todos sus alimentos hacia el mar.

Las pobres hormigas estaban desesperadas y no sabían cómo recuperar su preciosa comida. Fue entonces cuando Brillo vio la situación y decidió intervenir. Nadando velozmente, Brillo se acercó a las hormigas y les ofreció su ayuda.

"-¡No se preocupen, amiguitas! ¡Yo les ayudaré a recuperar su comida!", les dijo con entusiasmo. Las hormigas, sorprendidas por la valentía y generosidad del pecesito de plata, aceptaron encantadas.

Brillo guió a las hormigas hacia donde se encontraba la comida perdida y con agilidad les indicó cómo podían llevarla de regreso a su hogar. Las hormigas siguieron cada consejo de Brillo y lograron recuperar toda su comida gracias a la colaboración del bondadoso pecesito. Desde ese día, las hormigas y Brillo se convirtieron en grandes amigos.

Las hormigas le llevaban pequeños trozos de frutas como muestra de gratitud, y Brillo disfrutaba nadando junto a ellas mientras compartían divertidas historias sobre sus mundos tan diferentes pero igualmente fascinantes.

La noticia sobre el increíble acto de solidaridad entre un pez y unas hormigas pronto llegó a oídos de los niños que jugaban en la playa cercana.

Al principio, algunos niños tenían miedo de acercarse al agua pensando que podría haber más peces como Brillo esperando para hacerles daño. Pero poco a poco comprendieron que Brillo era único, un amigo fiel dispuesto siempre a ayudar sin pedir nada a cambio.

Los niños aprendieron que no todos los seres marinos eran peligrosos y que detrás de esas escamas plateadas también podía haber corazones llenos de bondad y comprensión. Así, cada vez que iban al mar recordaban la historia del valiente pecesito de plata que enseñó una gran lección sobre amistad e empatía.

Y colorín colorado este cuento ha terminado, recordándonos siempre que debemos abrir nuestros corazones sin temor hacia aquellos que son diferentes a nosotros porque nunca sabremos cuánto podemos aprender unos de otros si nos damos la oportunidad.

FIN.

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