Brisa, Su Grado y Su Seño
En un pequeño pueblo llamado Lluvia Alegre, había una niña llamada Brisa que soñaba con volar alto, como los pájaros que se posaban en los árboles. Cada día, Brisa iba a la escuela con su seño Carla, quien siempre les contaba historias fascinantes sobre los viajes de esos pájaros.
Un día, mientras Brisa esperaba en el patio para entrar a clase, notó que su amiga Ana estaba un poco triste.
"¿Por qué estás tan seria, Ana?" - preguntó Brisa, preocupada.
"Es que hoy hay una competencia de arte y yo no sé cómo dibujar bien" - respondió Ana, mirando al suelo.
Brisa pensó que era una buena oportunidad para ayudar a su amiga.
"No te preocupes, Ana. Vos podés. ¿Por qué no me decís qué querés dibujar?" - dijo Brisa con una sonrisa.
Entonces, Ana se animó un poco y empezó a hablar sobre su idea.
"Quiero dibujar un gran árbol que tenga pájaros volando" - dijo.
Brisa, entusiasta, decidió organizar un pequeño taller en el recreo para ayudar a Ana y a otros compañeros que también querían participar.
"Vamos a llamarlo ‘El Taller del Vuelo Creativo’. A todos los que quieran dibujar, ¡quedamos en el patio después de clase!" - anunció Brisa con alegría.
Esa tarde, en el patio, Brisa se convirtió en la seño del Taller. Con lápices de colores, hojas en blanco y mucha energía, comenzaron a crear.
"Recuerden, no importa si no sale perfecto. Lo que importa es disfrutar del proceso de crear" - les dijo Brisa mientras les enseñaba técnicas básicas de dibujo.
La atmósfera se llenó de risas, colores y mucha creatividad. Todos los chicos comenzaron a dejar volar su imaginación, y Ana, que al principio estaba preocupada, empezó a divertirse.
"Mirá, Brisa, ese es mi árbol y ¡los pájaros están por salir volando!" - exclamó Ana con emoción.
Brisa se sintió orgullosa de su amiga y de haber ayudado a otros a descubrir su talento. Justo en ese momento, apareció la seño Carla, sorprendiéndose al ver tanta energía.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó la seño, sonriendo.
"Hicimos un Taller del Vuelo Creativo, seño. ¡Estamos ayudándonos a dibujar!" - respondió Brisa, segura.
La seño Carla se unió al taller.
"¡Qué buena idea, Brisa! El arte también nos ayuda a volar con la imaginación" - comentó, y se puso a ayudar a los chicos con sus dibujos.
Pasaron los días y el día de la competencia llegó. Ana estaba nerviosa, pero Brisa le recordó cómo habían disfrutado del proceso.
"Lo más importante, Ana, es que lo hiciste con amor. ¡Ahora a mostrar tu talento!" - le dijo Brisa, dándole un abrazo.
Cuando llegó el momento de mostrar las obras, todos los chicos estaban ansiosos. Ana presentó su dibujo, y al final recibió una mención especial por su creatividad.
"¡No puedo creerlo! Miren, ¡me dieron un reconocimiento!" - gritó Ana, saltando de felicidad.
Todos los amigos de Brisa aplaudieron y la seño Carla también se sintió orgullosa.
"Este reconocimiento es para todos. La verdadera victoria fue ayudarse unos a otros y disfrutar del arte" - dijo la seño, y todos asintieron.
Desde ese día, Brisa entendió que volar no solo se trataba de subir al cielo, sino también de ayudar a otros a encontrar sus alas creativas. Y así, todos aprendieron que el verdadero valor radica en ser un equipo, apoyarse y soñar juntos.
Nunca más se olvidaron de la importancia de la creatividad y la colaboración, y juntos formaron un lindo grupo, que continuó creando y soñando con volar cada día más alto.
FIN.