Bruna y el amor multiplicado
En un colorido barrio de Buenos Aires, vivía Bruna, una niña de seis años llena de vida y sueños. Recientemente, había pasado por un gran cambio: había nacido su hermanito, Nil. Al principio, Bruna estaba emocionada, pero a medida que pasaban los días, comenzó a sentir que su mundo se teñía de celos y confusión. Todo parecía estar girando en torno al pequeño Nil, y Bruna se preguntaba si aún era tan querida como antes.
Una tarde, mientras jugaba en su habitación con un juego de bloques, conoció a un pequeño dinosaurio de peluche llamado Dino. Dino era un dinosaurio mágico que podía hablar y tenía una gran sabiduría.
"Hola, Bruna. ¿Por qué pareces tan triste?" - preguntó Dino con una voz suave.
"Me siento rara. Mis papás están siempre con Nil, y no sé si todavía me quieren igual que antes" - respondió Bruna mientras apilaba los bloques.
"Te diré un secreto" - dijo Dino, acercándose. "El amor no se divide, se multiplica. Cuando llega un nuevo pequeño, el amor de tus papás también crece. ¡Es como magia!".
Bruna miró a Dino, intrigada. "¿De verdad?" - inquirió.
"¡Por supuesto! Quiero que hagamos un experimento. Cada vez que hables con alguien sobre Nil, cuenta cómo lo sientes y verás que el amor se multiplicará. ¡Te ayudaré!" - dijo el dinosaurio con entusiasmo.
Así que Bruna decidió intentarlo. Se acercó a su mamá, Gemma, que estaba alimentando a Nil en la cocina.
"Mamá, ¿puedo ayudarte con Nil?" - preguntó Bruna con una sonrisa.
Gemma, sorprendida y contenta, respondió: "¡Claro, Bruna! Necesito que me pases el pañal de Nil, por favor. ¡Eres una gran hermana!".
Bruna sintió un pequeño cosquilleo de alegría en su pecho. Entonces, decidió probando pasar más tiempo con su mamá y su hermanito. Cada día que pasaba, Bruna comenzó a darse cuenta de que, aunque había cambios, también había nuevas aventuras por vivir.
Un día, pilló a Pol, su papá, leyendo un cuento a Nil.
"¿Puedo leer uno también?" - preguntó Bruna, con una mezcla de curiosidad y entusiasmo.
Pol respondió: "¡Claro! Podemos leerlo todos juntos. El amor se vuelve más grande, como un círculo. ¡Vamos a hacer la mejor lectura del mundo!".
Así, Bruna empezó a compartir momentos con Nil, jugando y creando historias para él. Le contaba cuentos, cantaba canciones y, poco a poco, sus celos comenzaron a desvanecerse. Cada día, el amor que sentía por su hermano crecía y se multiplicaba.
Una semana después, mientras jugaban en el parque, Bruna vio a una amiga, Sofía, que estaba en el columpio y se notaba triste porque su familia iba a mudarse.
"Sofía, ¿por qué estás triste?" - le preguntó Bruna, preocupada.
"Voy a tener que dejar mi casa y mis amigos" - respondió Sofía con lágrimas en los ojos.
Bruna recordó lo que había aprendido sobre compartir el amor.
"No te preocupes, Sofía. A veces, los cambios son difíciles, pero el amor siempre va a estar contigo. Te lo prometo. Si quieres, puedo hablar con mi mamá para que te invite un día a casa y pueda conocerte más".
Sofía sonrió por primera vez. "¿De verdad? Eso sería genial".
Bruna se sintió poderosa, por fin entendía que el amor no era algo que se restaba, sino que se expandía. A partir de ese día, comenzó a hacer un nuevo ritual; cada vez que sentía un poco de celos, cerraba los ojos y pensaba en todos los momentos felices que compartía con Nil, y recordaba las palabras de Dino.
Así, mientras el sol se ponía en el horizonte, ella y Nil reían juntos, acompañados de Gemma y Pol, quienes les leían cuentos. Bruna se dio cuenta de que no sólo su amor aumentaba, también crecía su fuerza y confianza.
"Mamá, ¿puedes contarme de nuevo cómo se siente tener un hermano?" - le pidió Bruna.
Gemma sonrió y le susurró: "El amor siempre está, Bruna. Y así como el sol siempre brilla, tu lugar en nuestros corazones será siempre especial".
La historia de Bruna y Nil seguía creciendo, como una hermosa flor en un jardín bañado por amor y nuevas experiencias. Y mientras Dino observaba desde su lugar, sonrió con satisfacción.
Así, Bruna entendió que el amor no tiene límites y que siempre tendría un rincón especial también para ella, por más que las cosas cambiaran.
FIN.