Bruno y el Misterio del Bosque Encantado



En un pequeño pueblo llamado Pueblito Alegre, había un caballero de brillante armadura llamado Bruno. Bruno no solo era conocido por su valentía en la batalla, sino también por su amabilidad y respeto hacia todos. Un día, mientras paseaba por el mercado, escuchó murmullos entre los aldeanos.

"¿Viste lo que pasó en el bosque?" preguntó una anciana con voz temblorosa.

"Dicen que hay un dragón que ha asustado a nuestros animales," respondió un joven granjero.

Bruno, al escuchar esto, decidió que era hora de actuar. "No podemos permitir que el miedo se apodere de nuestro querido pueblo. Iré al bosque y descubriré qué está ocurriendo," anunció con determinación.

Los aldeanos lo miraron con admiración; sabían que Bruno siempre estaba dispuesto a ayudar. Al llegar al borde del bosque, Bruno escuchó un llanto suave. Sigilosamente se adentró entre los árboles y, tras unos arbustos, encontró a un pequeño dragón llorando desconsoladamente.

"-Hola, pequeño dragón, ¿por qué lloras?" preguntó Bruno con voz suave.

"-Nadie quiere jugar conmigo, todos me tienen miedo porque tengo escamas brillantes y alas grandes," respondió el dragón, con lágrimas en sus ojos.

Bruno, comprendiendo la situación, se acercó con cautela. "-No tienes que estar triste. Yo no tengo miedo de ti. Al contrario, creo que tienes un aspecto impresionante. ¿Cómo te llamas?"

"-Me llamo Drago," dijo el dragón, levantando la mirada.

"-¡Encantado de conocerte, Drago! Vamos a jugar juntos. Todos en el pueblo podrían conocer tu verdadero corazón, si les das una oportunidad." Sugirió Bruno.

Drago limpió sus lágrimas y sonrió. Jugaron entre los árboles y, después de un rato, Bruno tuvo una idea brillante. "-¿Qué tal si llevamos un poco de diversión a Pueblito Alegre? Así los aldeanos podrán ver que no eres un peligro, sino un amigo."

Drago, emocionado, asintió con su cabeza y ambos partieron hacia el pueblo. Cuando llegaron, los aldeanos miraron desconfiados. Bruno, con voz amistosa, tomó la palabra.

"-Queridos amigos, este es mi nuevo amigo, Drago. ¡Hoy nos brindará una demostración de su agilidad!"

Algunos aldeanos se murmuraron entre ellos, pero miraron curiosamente. Drago comenzó a volar entre los árboles, haciendo acrobacias y mostrando su gracia. Los niños se emocionaron, risas llenaron el aire y poco a poco, la desconfianza fue disipándose.

"-¡Miren! No es un dragón aterrador, es divertido y amistoso!" gritó un niño, señalando a Drago.

Los adultos comenzaron a aplaudir y a pedirle a Drago que hiciera más trucos. Bruno sonrió al ver cómo las sonrisas regresaban a los rostros de sus vecinos.

Sin embargo, al poco rato, el cielo se oscureció y aparecieron nubes amenazadoras. Un poderoso viento sopló, trayendo consigo el eco de un rugido distante. Alguien gritó: "-¡Es el dragón enorme que está detrás del bosque!"

Drago, asustado, se escondió detrás de Bruno. "-No puedo enfrentar a un dragón así," dijo temblando.

"-Pero tú no eres como él, Drago. Este es el momento de ser valiente. ¿Te gustaría ayudarme a tranquilizarlo?" preguntó Bruno.

"-¿Yo? Pero no sé cómo!"

"-Confía en mí, juntos lo lograremos. Vamos a mostrarle que no somos enemigos. Tú tienes un gran corazón, y con eso podemos hacer la diferencia," dijo animándolo.

Juntos, Bruno y Drago marcharon hacia la fuente del rugido, donde encontraron a un dragón gigante atrapado en unas ramas. Su mirada no era de fierocidad, sino de desesperación.

"-¡Ayúdame, por favor! No puedo liberarme," rugió el dragón enorme.

Bruno se acercó con cuidado y dijo: "-No estás solo, amigo. Vamos a ayudarte. Drago, también puedes ser parte de esto. Necesitamos que uses tus alas para empujar las ramas"

Drago, aún temblando, puso en práctica lo que Bruno le había enseñado sobre valor. Usando toda su fuerza, comenzó a empujar las ramas y, para sorpresa de todos, el dragón gigante fue liberado.

"-¡Gracias! No quería asustar a nadie, solo estaba intentando salir de aquí. Me atraparon sin querer," dijo el dragón gigante con voz amable.

"-Lo entendemos. Todos tenemos momentos difíciles. ¿Por qué no te unís a nosotros y mostras tu verdadero ser?" sugirió Bruno.

El dragón gigante asintió y con su poder, ayudó a crear un gran espectáculo en el cielo que dejó maravillados a todos en Pueblito Alegre.

A partir de ese día, Drago se convirtió en parte de la comunidad. Aprendieron a jugar juntos, a volar y a cuidar el pueblo. Bruno, el caballero de la brillante armadura, demostró una vez más que la valentía y la amabilidad pueden superar los miedos más grandes.

Y así, Pueblito Alegre se llenó de risas, amistad y un dragón que, desde entonces, nunca más lloró solo.

Fin.

FIN.

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