Bruno y el Poder de las Disculpas



Había una vez, en un bosque hermoso lleno de flores multicolores y árboles altos, un osito llamado Bruno. Bruno era un osito muy curioso y juguetón que vivía con su mamá y su papá, quienes lo querían mucho.

Un día soleado, Bruno decidió salir a jugar con su mejor amiga, una conejita llamada Lila. Lila era muy ágil y siempre estaba lista para correr y saltar entre los árboles.

"¡Vamos a jugar a las escondidas!" - propuso Lila con una sonrisa.

"¡Sí!" - respondió Bruno emocionado.

Los dos amigos comenzaron a jugar y se divirtieron mucho. Lila se escondía detrás de un árbol grande mientras Bruno contaba hasta diez.

Pero mientras correteaban entre risas, Bruno, en su prisa, chocó accidentalmente con Lila.

"¡Ay!" - exclamó Lila, un poco adolorida.

Bruno, preocupado, se acercó rápidamente.

"Lo siento, Lila. No quise lastimarte" - dijo Bruno, sintiendo un nudo en su pancita.

Lila se sobaba la patita y miró a su amigo.

"Está bien, Bruno. Fue un accidente, pero duele un poco" - respondió Lila con una voz suave.

A Bruno le preocupaba que Lila se sintiera triste por lo que había pasado. Decidió que debía hacer algo para que se sintiera mejor.

"Te prometo que te voy a ayudar. ¿Te gustaría que te hiciera un dibujo?" - sugirió Bruno con una gran sonrisa.

Lila, que era una conejita muy artística, iluminó su rostro al escuchar eso.

"Sí, ¡me encantaría!" - dijo animada.

Bruno llevó a Lila a su casa, donde juntos dibujaron un hermoso paisaje del bosque y llenaron el papel de colores. Mientras pintaban, Lila se olvidó del golpe y rió a carcajadas con cada trazo que hacía.

"Mirá qué lindo quedó, Bruno. ¡Sos un gran artista!" - le dijo Lila.

Sin embargo, mientras seguían jugando, Bruno de nuevo se distrajo y, sin querer, derramó un tarro de pintura en el suelo. Lila tropezó y volvió a caer.

"¡Ay no!" - gritó Lila. "¡Bruno!"

Bruno se sintió terrible otra vez. Sabía que debía disculparse de nuevo.

"Lo lamento mucho, Lila. No quería que te lastimaras otra vez." - dijo Bruno, con la voz temblorosa.

"Bruno, sé que no lo hiciste a propósito, pero me dolió un poco. A veces, aunque no querés, las cosas pueden salir mal" - explicó Lila gentileza.

"Tenés razón. A veces las cosas no salen como uno quiere. Pero voy a seguir intentándolo, para poder ser un mejor amigo" - respondió Bruno, decidido.

Lila sonrió en forma comprensiva y le dijo:

"Lo importante es que reconoces que me hiciste daño. Disculparse de verdad significa mucho, Bruno."

Bruno comprendió en ese momento que las disculpas eran importantes y que su intención genuina de reparar el daño era un paso necesario en la amistad.

Decidido a hacer las cosas bien, Bruno se ofreció a ayudar a Lila a levantarse y juntos limpiaron el lugar de la pintura. Luego, para celebrar su reconciliación, decidieron hacer una merienda con galletas de miel y zanahorias.

Mientras disfrutaban de su merienda al aire libre, Bruno aprendió que las disculpas sinceras ayudan a sanar y a reforzar la amistad.

"Gracias, Bruno, por ser un buen amigo y disculparte. A veces la vida tiene altibajos, pero siempre podemos volver a levantarnos" - dijo Lila, sonriendo.

Bruno sonrió también, feliz de tener a Lila como amiga. y se sintió orgulloso de haber aprendido la importancia del perdón. Desde ese día, Bruno se comprometió a ser más cuidadoso y siempre recordar el poder curativo de una buena disculpa.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!