Bruno y el poder de las palabras


Había una vez un niño llamado Bruno, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Bruno era muy curioso y siempre estaba explorando cada rincón de su hogar.

Sin embargo, había algo que lo diferenciaba de los demás niños: no sabía leer. Un día soleado, mientras jugaba en el parque con sus amigos, la pelota se les escapó y rodó hasta perderse entre los arbustos.

Todos comenzaron a buscarla, pero Bruno se separó del grupo sin darse cuenta. Desesperado por encontrar a sus amigos, corrió hacia el otro lado del parque sin percatarse de que se alejaba cada vez más de su casa.

Cuando finalmente detuvo su carrera agitada, Bruno se encontró en un lugar desconocido. No reconocía las calles ni los edificios a su alrededor. El miedo comenzó a invadirlo mientras trataba de recordar cómo llegar a casa.

Bruno intentó pedir ayuda a las personas que pasaban por allí, pero no podía decirles dónde vivía porque no sabía leer su dirección. Además, tampoco podía darles su nombre completo porque todavía no sabía cómo escribirlo.

Mientras Bruno caminaba perdido por las calles del pueblo desconocido, notó una librería con grandes letras coloridas en el letrero: "¡Aprende a Leer!". Intrigado y esperanzado de poder aprender rápidamente para poder encontrar el camino a casa, entró decidido.

Dentro de la librería se encontraba Don Ignacio, un amable anciano que tenía muchos años enseñando a leer a niños como Bruno. Al verlo tan preocupado, Don Ignacio se acercó y le preguntó: "¿Qué te trae por aquí, niño?"Bruno explicó su situación y cómo se había extraviado.

Don Ignacio escuchó atentamente y le aseguró que lo ayudaría a aprender a leer para que pudiera encontrar el camino de regreso a casa. Durante las siguientes semanas, Bruno asistió diariamente a la librería para recibir clases de lectura con Don Ignacio.

Aprendió rápidamente las letras del abecedario y cómo formar palabras. Cada día se sentía más seguro de sí mismo. Un día, mientras practicaban en la librería, Bruno encontró un libro sobre aventuras emocionantes.

Fascinado por las imágenes coloridas en cada página, comenzó a leer en voz alta. Se dio cuenta de que podía entender cada palabra y disfrutar de la historia. Lleno de alegría, Bruno corrió hacia Don Ignacio para contarle lo que había logrado.

"¡Don Ignacio! ¡Puedo leer! ¡Puedo entender todo!"Don Ignacio sonrió orgulloso y dijo: "Eso es maravilloso, Bruno. Ahora puedes leer los carteles en la calle y encontrar tu camino a casa".

Con su nuevo conocimiento adquirido gracias a Don Ignacio, Bruno salió de la librería con confianza renovada. Leyó los nombres de las calles hasta encontrar una familiar: ¡era su calle! Siguiendo su instinto, llegó finalmente frente a su puerta. La mamá de Bruno estaba esperándolo afuera con lágrimas en los ojos.

Lo abrazó fuertemente mientras él le contaba lo ocurrido y cómo había aprendido a leer. Desde ese día, Bruno se convirtió en un apasionado lector. Llevaba libros a todas partes y compartía sus conocimientos con sus amigos.

Nunca más volvió a perderse, y siempre supo cómo encontrar el camino de regreso a casa. La historia de Bruno enseña la importancia de aprender a leer y cómo puede ayudarnos en situaciones inesperadas.

Además, nos muestra que nunca es tarde para adquirir nuevos conocimientos y superar nuestros miedos.

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