Buscando a su dueño



Era un hermoso día de sol en el parque de la ciudad. Rufus, un perro golden retriever de pelaje dorado, jugaba felizmente con su pelota. Su dueño, un niño llamado Lucas, siempre lo llevaba a pasear después de la escuela. Pero un día, mientras jugaban, Lucas se distrajo mirando a unos amigos y Rufus, emocionado por la idea de atrapar una nueva pelota que rodaba, se alejó demasiado.

De repente, Rufus se dio cuenta de que había perdido de vista a Lucas. Nervioso, empezó a olfatear el aire para intentar encontrar su olor y se preguntó:

- ¿Dónde estará Lucas? ¡Debo buscarlo!

Rufus comenzó su aventura por el parque, deteniéndose a hablar con otros animales. Primero, conoció a una tortuga llamada Tomás que caminaba lentamente por el sendero.

- ¡Hola, tortuga! - dijo Rufus moviendo la cola - ¿Has visto a un niño con una camiseta roja?

- ¡Hola, Rufus! - respondió Tomás con su voz pausada - No he visto a un niño, pero escuché que fue hacia el lago. Tal vez deberías ir allí.

Rufus decidió seguir el consejo de Tomás y llegó al lago. Allí, vio a unas patitas nadadoras y les preguntó:

- ¡Hola, patos! ¿Han visto a un niño con camiseta roja?

- Sí, lo vimos jugar con un frisbee hace un rato - dijo una de las patitas, señalando hacia un sendero.

Con esperanza renovada, Rufus corrió en dirección al sendero. Sin embargo, cuando llegó, ¡no había nadie! Desanimado, se detuvo para descansar, sintiéndose un poco perdido. Pero entonces, conoció a un gato llamado Misi que estaba descansando sobre un árbol.

- ¿Por qué estás tan triste, perro? - preguntó Misi mientras tomaba el sol.

- He perdido a mi dueño y no sé dónde buscarlo - respondió Rufus con su voz entrecortada.

- No te preocupes, Rufus - respondió Misi con un tono alentador - yo también he perdido cosas alguna vez, y aprendí que a veces debes mirar en lugares inesperados. ¿Has chequeado la parte trasera del parque?

Intrigado, Rufus decidió seguir el consejo del gato. Corrió hacia la parte trasera del parque, donde había un pequeño bosque. Allí olfateó el aire con fuerza y, por un momento, creía que podría sentir el olor de Lucas. Siguió ese rastro, cruzó algunas ramas y se encontró con una manada de ciervos.

- ¡Disculpen! - exclamó Rufus - ¿Han visto a un niño con camiseta roja?

- Sí, por supuesto - dijo un ciervo ágil - Yo lo vi correr hacia la zona de juegos, pero no estaba solo. Había otros niños con él.

¡Era la pista que necesitaba! Rufus salió corriendo hacia el área de juegos. Finalmente, al girar una esquina, vio a lo lejos a Lucas, jugando con sus amigos. Sin poder contenerse, Rufus ladró de alegría:

- ¡Lucas! ¡Lucas! ¡Estoy aquí!

Lucas, al escuchar la voz de su querido amigo, se dio la vuelta y exclamó:

- ¡Rufus! ¡Te estaba buscando! ¡Te extrañé tanto!

Rufus corrió hacia él y se lanzó a sus brazos, dando vueltas de felicidad. Con una sonrisa en el rostro, Lucas acarició su cabeza y le dijo:

- Nunca vuelvas a alejarte tanto, amigo. Me asustaste.

- Lo siento, Lucas - contestó Rufus moviendo su cola, aún emocionado. - Solo quería jugar.

Desde ese día, Rufus aprendió a estar siempre cerca de Lucas, mientras que Lucas prometió nunca dejar de cuidar de su fiel amigo. Juntos, vivieron muchas aventuras, pero siempre asegurándose de mantenerse unidos. Así, Rufus no solo encontró a su dueño, sino que también descubrió la importancia de la compañía y la amistad en cada nueva aventura.

Y así, finaliza la historia del valiente Rufus y su inolvidable búsqueda por su querido amigo. La amistad es un viaje que se disfruta más cuando se comparte.

FIN.

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