Buscando Flores Perdidas
En un rincón soleado de la colmena del Bosque Dulce, vivían dos abejas muy aventureras: Zumba, que siempre estaba llena de energía, y Buzzy, un poco más cauta pero igualmente curiosa. Un día, mientras recolectaban polen, notaron algo extraño. ¡No había flores en el campo!"¡Zumba! ¡Mirá! No hay ni una sola flor por aquí", exclamó Buzzy, parando en seco.
"¡Es verdad! ¿Qué vamos a hacer sin flores? No habrá miel para el invierno", respondió Zumba, preocupada.
Las abejas sabían que debían actuar rápido. Si no encontraban flores pronto, la colmena corría peligro de quedarse sin alimento. Sin pensarlo dos veces, se pusieron en marcha.
"Vamos a buscar flores. ¿Dónde creés que podríamos encontrarlas?" preguntó Buzzy, revoloteando nerviosamente.
"Podríamos volar más allá del bosque. Tal vez encontremos algo", sugirió Zumba, con su espíritu intrépido. Así, las dos amigas lanzaron vuelo hacia el horizonte.
Mientras sobrevolaban prados y ríos, llegaron a un lugar que nunca habían visto antes: un gran campo vacío, con solo un montón de piedras y tierra.
"No hay nada aquí...", suspiró Buzzy decepcionada.
"¿Y si hacemos algo?", planteó Zumba. "Tal vez podamos plantar nuestras propias flores. Vení, ¡tenemos que buscar semillas!".
Las abejas empezaron a buscar semillas en la tierra y entre los arbustos. De pronto, encontraron un pequeño paquete lleno de semillas de flores.
"¡Mirá!", gritó Zumba emocionada, y rápidamente junta varias en sus patas.
Pero entonces, se dieron cuenta de que no podían plantar semillas sin tierra adecuada y agua. Entonces decidieron pedir ayuda a sus amigos del bosque.
"¡Hola, Tortuga! ¿Podés ayudarnos a encontrar un lugar para plantar estas semillas?", preguntó Buzzy cuando divisaron a Tortuga sumergida en el agua.
"Claro, amiguitas. Pueden plantar las flores en el claro junto al río. Siempre hay suficiente sol y agua por allá", respondió Tortuga con una cálida sonrisa.
Con la dirección de Tortuga, las abejas volaron al lugar indicado. Ya en el claro, empezaron a rastrillar la tierra y a plantar las semillas con mucho cuidado. Sin embargo, un fuerte viento empezó a soplar y Zumba casi es lo levanta del suelo.
"¡Rápido, Buzzy! ¡Debemos proteger las semillas!" gritó Zumba, mientras intentaban cubrirlas con sus alas. Pero el viento se volvía cada vez más fuerte.
"No nos rendiremos!", dijo Buzzy decidido. Juntas formaron un círculo a su alrededor, resguardando con su cuerpo las semillas.
Después de un rato, el viento cedió y finalmente el cielo se despejó. Las abejas estaban agotadas pero felices ya que habían protegido su trabajo. De repente, el sol empezó a brillar y el calor hizo que la tierra comenzara a vibrar.
"¡Mirá, Buzzy! ¡Las semillas están germinando!" exclamó Zumba, saltando de alegría. Estaban surgiendo pequeñas plantitas de flores.
Después de días de cuidado y esmero, el claro se llenó de color. Flores hermosas crecieron por todas partes, un espectáculo para todos los habitantes del bosque.
Las abejas no podían creer lo que habían logrado. En poco tiempo, las flores comenzaron a atraer a más abejas de otras colmenas, y juntas comenzaron a recolectar polen.
"¡Mirá, Zumba! ¡Ya tenemos polen para hacer miel!" dijo Buzzy, volando entre las flores alegres.
"Todo gracias a nuestra aventura. ¡Nunca subestimemos el poder de trabajar juntas!", respondió Zumba, sonriendo.
Y así, la colmena del Bosque Dulce no solo logró recuperar la miel, sino que también aprendió la importancia de cuidar la naturaleza. Zumba y Buzzy se convirtieron en heroínas, y cada vez que alguien preguntaba por las flores, todos mencionaban su hazaña. Ya no solo era un lugar para obtener polen, ¡era un hogar lleno de color y unión!
FIN.