Caballitos de Amor



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos caballitos muy especiales llamados Rayito y Estrellita. Ellos vivían en un hermoso campo rodeado de flores y árboles frutales.

Eran los caballitos más amigables y cariñosos que podías imaginar. Un día, mientras paseaban por el campo, vieron a un grupo de niños jugar cerca del río. Rayito y Estrellita se acercaron curiosos para saludarlos con sus suaves relinchos.

Los niños se emocionaron al ver a los caballitos y comenzaron a acariciar sus crines brillantes. "¡Mira, Estrellita! ¡Los niños están muy felices de vernos!"- exclamó Rayito emocionado. Esto les dio una idea maravillosa: podrían enseñar a los niños a montar sobre ellos.

Decidieron esperar todos los días en el mismo lugar para que los pequeños pudieran aprender cómo ser jinetes valientes. Al día siguiente, cuando el sol salió por la mañana, Rayito y Estrellita se dirigieron al lugar acordado con mucha emoción.

Pero para su sorpresa, no había ningún niño allí. Pensaron que tal vez habían llegado tarde y decidieron esperar un poco más. Pasaron las horas pero ningún niño apareció.

Los caballitos estaban tristes porque pensaban que tal vez nadie quería aprender a montar sobre ellos. Sin embargo, no se dieron por vencidos y siguieron esperando pacientemente todos los días durante semanas enteras aunque nadie viniera.

Un día mientras descansaban bajo la sombra de un viejo árbol, escucharon risas a lo lejos. Se levantaron emocionados y vieron correr hacia ellos a un grupo de niños que llevaban papeles y lápices en sus manos.

"¡Rayito! ¡Estrellita! ¡Hemos venido a aprender a montar sobre ustedes!"- gritó Lucas, el niño más entusiasta del grupo. Los caballitos no podían creerlo. Al fin habían llegado los niños dispuestos a aprender. Con gran alegría, Rayito y Estrellita se acercaron para saludarlos con suavidad.

Durante aquel día, los caballitos enseñaron pacientemente a los niños cómo subir y bajar de sus lomos, cómo sujetar las riendas y cómo dar pequeñas palmaditas en su cuello como muestra de cariño. Los días pasaron rápidamente y cada vez más niños se unieron al grupo.

Los caballitos estaban llenos de felicidad porque veían cómo los pequeños aprendían rápidamente gracias a su dedicación.

Un día, mientras todos disfrutaban de una tarde soleada en el campo, Rayito tuvo una idea brillante: organizar una carrera entre todos los niños para demostrar lo mucho que habían aprendido. El día de la carrera llegó y había mucha emoción en el aire. Los padres se reunieron para animar a sus hijos mientras Rayito daba instrucciones desde la línea de partida.

"Recuerden mantenerse firmes sobre nuestros lomos, sujeten las riendas con fuerza pero sin lastimarnos. ¡Y sobre todo diviértanse!"- exclamó Rayito con entusiasmo. La carrera fue reñida y emocionante.

Los niños demostraron todo lo que habían aprendido gracias a la paciencia y dedicación de Rayito y Estrellita. Al final del día, todos celebraron con una gran fiesta en el campo. Los caballitos se sintieron orgullosos de haber ayudado a los niños a convertirse en jinetes valientes y felices.

Desde aquel día, Rayito y Estrellita esperaban ansiosos cada mañana para encontrarse con los niños en el campo. Juntos compartieron momentos inolvidables llenos de risas, aventuras y mucho amor.

Y así, Villa Esperanza se convirtió en un lugar mágico donde la amistad entre los caballitos y los niños florecía cada día.

FIN.

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