Cabras y Caballos en la Selva



En una frondosa selva, donde la luz del sol apenas atravesaba las copas de los árboles, vivían dos amigos muy peculiares: una cabra llamada Clara y un caballo llamado Bruno. Aunque eran diferentes, compartían una profunda amistad, explorando juntos cada rincón de su hogar selvático.

Un día, mientras paseaban por un sendero cubierto de hojas, Bruno dijo emocionado: - ¡Clara! Escuché rumores sobre un misterioso lago escondido en la selva. Dicen que tiene el agua más cristalina y que podemos ver nuestro reflejo.-

Clara, moviendo su cola, respondió: - ¡Eso suena maravilloso, Bruno! ¡Vamos a buscarlo!

Ambos se pusieron en marcha, saltando sobre raíces y esquivando ramas. Sin embargo, la selva era densa y repleta de sorpresas.

Tras un rato de caminar, llegaron a una bifurcación en el camino. Un letrero viejo decía: "El camino fácil a la izquierda y el camino emocionante a la derecha". Clara miró a Bruno y le preguntó: - ¿Cuál elegimos?

Bruno, siempre aventurero, decidió: - ¡El camino emocionante! ¡Quiero ver algo nuevo!

Clara dudó, pero, animada por la valentía de su amigo, aceptó. A medida que avanzaban por el camino de la derecha, se encontraron con exóticas plantas y un grupo de loros que charlaban. Uno de ellos, un loro verde brillante, los saludó:

- ¡Hola, amigos! ¿A dónde se dirigen?

- Buscamos el lago misterioso – respondió Clara.

- ¡Ah, el lago! Pero para llegar hasta allí, deberán cruzar el río caudaloso – les advirtió el loro.

Clara, un poco nerviosa, dijo: - Yo no sé nadar muy bien...

- No te preocupes, Clara. Juntos encontraremos una forma. – le aseguró Bruno.

Continuaron su camino y pronto llegaron al río. El agua burbujeaba y corría rápidamente. - ¿Cómo haremos para cruzar? – preguntó Clara, mirando el río.

Bruno, que siempre pensaba rápido, sugirió: - ¿Y si hacemos una balsa con ramas y hojas?

Clara sonrió, sintiendo el apoyo de su amigo. Juntos comenzaron a juntar materiales y, tras un rato de trabajo en equipo, lograron crear una pequeña balsa.

- ¡Ahora sí, a cruzar! – dijo Bruno con entusiasmo.

Con un poco de temor pero llena de valentía, Clara se subió a la balsa junto a Bruno. Con un movimiento, empujaron la balsa al río y comenzaron a navegar.

Al principio todo fue bien, pero de repente, una ola grande los hizo tambalear. Clara gritó: - ¡Ay! ¡No sé si puedo!

- ¡Tú puedes, Clara! ¡Solo mantente firme! – exclamó Bruno.

Con un gran esfuerzo, Clara se aferró a su amigo y, tras varias olas, lograron llegar a la otra orilla. Desembarcando, ambos se abrazaron, riendo de su aventura.

- ¡Lo hicimos, Bruno!

Continuaron su camino, emocionados. Finalmente, llegaron a un claro donde el lago brillaba con un destello azul.

- ¡Ahí está! – gritaron al unísono. Se acercaron al agua y, al mirar sus reflejos, se sintieron orgullosos de su valentía y amistad.

- Podemos enfrentar cualquier cosa juntos, ¿no crees? – le preguntó Clara sonriente.

- ¡Así es! No importa cuán difícil sea el camino, siempre habrá una forma de atravesarlo, si estamos juntos. – respondió Bruno con una mirada brillante.

Desde ese día, Clara y Bruno no solo exploraron la selva, sino que también aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo podían ayudarles a superar los desafíos más grandes. Y cada vez que miraban el lago, recordaban su aventura y la importancia de no rendirse.

Y así, la selva fue testigo de la valentía y la solidaridad de dos amigos que se enfrentaron al mundo con una sonrisa.

Fin.

FIN.

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