Caca Bruja y Papá Coca



En un colorido bosque donde los árboles se mezclaban con los más increíbles colores, vivía Caca, una pequeña brujita muy traviesa que siempre estaba en busca de aventuras. Aunque era pequeña, su imaginación no tenía límites. Un día, mientras volaba sobre el río de caramelos con su escoba, vio algo brillante en la superficie del agua.

"¡Oh gosh! ¿Qué será eso? !" pensó, intrigada.

Acercándose, se dio cuenta de que era una hermosa piedra preciosa que relucía con todos los colores del arcoíris. Justo en ese momento, apareció Papá Coca, el duende más sabio del bosque, que siempre estaba observando a los demás.

"Caca, es muy bonito, pero ten cuidado con lo que deseas. Las piedras preciosas pueden cumplir deseos, pero a veces también pueden traerte sorpresas inesperadas", advirtió Papá Coca.

Caca, emocionada, ignoró la advertencia y, con un chasquido de sus dedos, pidió:

"¡Quiero ser la bruja más poderosa del mundo!"

Al momento, comenzó a sentir una extraña energía que la envolvía. Todo a su alrededor empezó a cambiar; los árboles comenzaron a moverse y a hablar.

"¿Qué está pasando?" preguntó Caca, aunque ya sabía que los deseos fuertes traen responsabilidades.

Papá Coca, viendo que su amiga se había dejado llevar por la emoción, se acercó para ayudarla.

"Caca, la verdadera magia se encuentra en compartir y ayudar a los demás, no en ser la más poderosa. A veces, lo que deseamos puede volverse en nuestra contra", le dijo mientras sacudía la cabeza.

De repente, la piedra se oscureció y Caca se dio cuenta de que había transformado el bosque en un lugar caótico. Los árboles, asustados por el poder descontrolado, empezaron a marchitarse.

"¡Oh no! ¿Qué he hecho?" exclamó Caca, arrepentida.

Con lágrimas en los ojos, se volvió hacia Papá Coca.

"Ayúdame a cambiarlo de nuevo", suplicó.

Papá Coca pensó por un momento y luego dijo:

"Primero deberías reconocer tu error y utilizar tu magia para hacer el bien. Solo así podrás revertir el deseo. ¿Estás dispuesta a hacerlo?"

Caca asintió desesperadamente. De inmediato, se concentró y comenzó a usar su magia para restaurar el bosque. Con cada hechizo que lanzaba, se acordaba de las veces que había compartido momentos de alegría, cuando ayudaba a los animales o cuando hacia reír a sus amigos.

"¡Bosque, vuelve a brillar! ¡Arbolitos, vuelvan a crecer!" gritó.

Con cada palabra que salía de sus labios, la energía oscura empezó a transformarse en luz. El bosque recuperó su esplendor y los animales salieron de sus escondites, alegres.

"Lo lograste, Caca!" celebró Papá Coca.

"¡Eres una verdadera bruja, pero recuerda que lo más importante no es la magia, sino lo que haces con ella!"

Caca sonrió, comprendiendo que la verdadera magia estaba en el amor y en la bondad. Desde ese día, decidió usar su magia sólo para ayudar a los demás, y nunca más pidió un deseo egoísta.

Así, en el bosque, Caca y Papá Coca se convirtieron en los mejores amigos, siempre dispuestos a ayudar a todo aquel que lo necesitara. Y así, el bosque se mantuvo lleno de alegría, colores y, sobre todo, magia compartida.

FIN.

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