Café de Montaña


Había una vez en un hermoso pueblo de montaña llamado Pueblo Alegre, donde vivía Pablo, un joven guía de montaña muy trabajador y amante de la naturaleza.

Pablo disfrutaba cada día llevando a turistas a recorrer los senderos y contemplar las impresionantes vistas que ofrecían las altas cumbres. Un día, Pablo decidió acercarse a su jefa, la Señora Montaña, para pedirle un pequeño favor.

"Señora Montaña, ¿podría permitirme hacer un descanso por las mañanas para tomarme un café? Solo serían 15 minutos", le pidió con esperanza en los ojos. La Señora Montaña, una mujer seria pero justa, lo miró con firmeza y le dijo: "Lo siento mucho, Pablo, pero no es posible.

Necesitamos que estés disponible en todo momento para nuestros visitantes. La seguridad de ellos es nuestra prioridad". Pablo se sintió triste y enfadado por la respuesta de su jefa.

No entendía por qué no podía tomarse unos minutos para disfrutar de un café caliente y recargar energías. Decidió entonces buscar una solución por sí mismo.

Una mañana, mientras guiaba a un grupo de excursionistas por el bosque encantado del Pueblo Alegre, se detuvo frente a un hermoso mirador y les dijo: "¡Amigos! ¿Les gustaría hacer una pausa aquí para disfrutar de este increíble paisaje mientras yo me tomo mi merecido café?"Los turistas asintieron emocionados ante la propuesta de Pablo.

Mientras ellos admiraban la vista, él corrió hacia un árbol cercano donde guardaba una pequeña termo con café preparado especialmente para ese momento.

Al regresar con su taza humeante en mano, se sentó junto a sus nuevos amigos y compartieron risas y anécdotas mientras disfrutaban del momento único que les brindaba aquel lugar mágico. Al finalizar la pausa improvisada, los excursionistas aplaudieron emocionados y agradecieron a Pablo por tan maravillosa experiencia.

Incluso la Señora Montaña había presenciado todo desde lejos y no pudo evitar sentirse orgullosa de la creatividad y dedicación de su joven guía. Desde ese día en adelante, todos los grupos liderados por Pablo incluían una parada especial en el mirador del bosque encantado para compartir juntos ese mágico momento con café incluido.

Y así, gracias a su ingenio y espíritu perseverante, Pablo demostró que siempre hay formas creativas de encontrar soluciones incluso en situaciones difíciles.

Y nunca más volvió a sentirse triste ni enfadado porque aprendió que cada obstáculo puede convertirse en una oportunidad si se mira desde otra perspectiva.

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