Cambiando Juntos


. Entre ellos se encontraba Tomás, un joven que había comenzado a ir al gimnasio hace pocos meses y que aún se sentía un poco inseguro con su cuerpo.

En una de sus visitas al vestuario, notó cómo los demás hombres hablaban con naturalidad sobre sus cuerpos, sin importar si eran altos o bajos, delgados o musculosos. Tomás se acercó tímidamente y escuchó atentamente las conversaciones.

Los hombres hablaban sobre sus rutinas de entrenamiento, pero también compartían risas y anécdotas divertidas. Pronto Tomás se sintió cómodo en ese ambiente y comenzó a participar en las charlas.

Un día, mientras estaba en la sauna con los demás hombres, el tema de conversación giró hacia la aceptación del cuerpo propio y ajeno. Uno de los jóvenes dijo: "Yo antes me criticaba mucho por no tener músculos como otros chicos del gym, pero ahora entiendo que cada uno tiene su propia belleza".

Los demás asintieron en acuerdo y comenzaron a compartir historias similares. Fue entonces cuando Tomás tomó coraje para hablar: "Yo también me sentía mal por mi cuerpo al principio... Pero gracias a ustedes he aprendido a quererme tal como soy".

Los demás lo felicitaron por su valentía y le contaron cómo ellos también habían pasado por momentos similares de inseguridad. Desde ese momento, Tomás se sintió más seguro consigo mismo e incluso comenzó a animarse a probar nuevas actividades dentro del gimnasio.

Con el tiempo, el grupo de amigos creció y cada vez más hombres jóvenes se sumaban a las charlas en los vestuarios y saunas.

La amistad y la aceptación del cuerpo propio y ajeno se convirtieron en valores fundamentales de ese grupo. Y así fue como Tomás aprendió que no hay nada de malo en ser diferente, que cada uno tiene su propia belleza y que lo más importante es aceptarse a uno mismo para poder disfrutar plenamente de la vida.

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