Camila y el desafío del lobo astuto
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques, una adolescente llamada Camila que siempre llevaba puesta una caperuza blanca.
Todos en el pueblo la conocían por su amabilidad y valentía, ya que solía ayudar a quienes lo necesitaban sin dudarlo. Un día, mientras Camila caminaba por el bosque, se encontró con su madre quien le miró con preocupación. "Camila, hija mía, ¿dónde vas sola por el bosque? Deberías tener cuidado", dijo la madre con tono preocupado.
"Tranquila mamá, solo voy a llevarle comida a la abuelita que vive al otro lado del bosque. Sé cómo cuidarme", respondió Camila con una sonrisa.
La madre asintió pero no pudo evitar sentirse inquieta por la idea de que su hija se aventurara sola en el bosque. Sin embargo, confiaba en la valentía y sabiduría de Camila para cuidarse a sí misma. Mientras tanto, en lo más profundo del bosque, un lobo astuto observaba los movimientos de Camila.
Había escuchado hablar de su bondad y valentía, y decidió tenderle una trampa para demostrarle que no todo es lo que parece.
Siguiendo sigilosamente los pasos de Camila, el lobo se adelantó al camino y fingió estar herido para llamar su atención. "¡Ayuda! ¡Por favor ayuda!", gritó el lobo con voz lastimera. Camila se acercó con cautela y vio al lobo tendido en el suelo aparentemente herido.
Su corazón le dictaba ayudar a quien lo necesitara, pero recordando las enseñanzas de su madre sobre ser precavida frente a extraños en el bosque, decidió mantenerse alerta. "¿Qué te ha pasado? ¿Necesitas ayuda?", preguntó Camila sin acercarse demasiado al lobo.
El lobo levantó lentamente la mirada revelando sus afilados colmillos y brillantes ojos maliciosos. En ese momento, Camila comprendió las intenciones ocultas del lobo y supo que debía actuar rápidamente para protegerse.
Con astucia e ingenio propios de un verdadero héroe, Camila logró despistar al lobo haciéndole creer que había caído en su trampa. Con rapidez y determinación corrió hacia la casa de la abuelita evitando así caer presa del engaño del feroz animal.
Al llegar a salvo junto a la abuelita, ambas compartieron risas y alegrías mientras disfrutaban de la comida preparada por Camila. La abuelita estaba orgullosa de la valentía demostrada por su nieta y le recordó lo importante que era confiar en sus instintos para protegerse ante cualquier peligro.
De regreso a casa junto a su madre, Camila compartió emocionada las aventuras vividas durante su travesía por el bosque.
La madre escuchaba atenta cada palabra sintiendo admiración por la valentía de su hija y reafirmando cuánto confiaba en ella para superar cualquier desafío que se presentara en su camino. Así concluyeron aquel día lleno de emoción y aprendizaje para Camila: siendo fiel a sus valores de bondad y valentía pero también manteniéndose alerta ante los peligros ocultos bajo las apariencias.
Juntas comprendieron que enfrentar los desafíos con inteligencia y sabiduría era clave para superar cualquier obstáculo en la vida.
FIN.