Camila y el príncipe en la calle



Había una vez una niña llamada Camila, que vivía en un barrio lleno de niños que, como ella, jugaban en la calle. A Camila le gustaba ayudar a los demás, especialmente a aquellos que necesitaban un amigo. Su sonrisa era contagiosa y su corazón, muy grande. Cada día, después de la escuela, se dedicaba a jugar y compartir con los niños que vivían cerca.

Un día, mientras ayudaba a un niño a recoger sus juguetes, conoció a un chico nuevo en el barrio. Se llamaba Alex. Era un niño de apariencia un poco diferente, siempre llevaba gorra y vestía ropas un tanto viejas.

"Hola, soy Camila. ¿Te gustaría jugar con nosotros?" le preguntó con una gran sonrisa.

"Soy Alex. Claro, me encantaría!" respondió emocionado.

Desde entonces, Alex y Camila se hicieron grandes amigos. Juntos ayudaban a otros niños del vecindario. Organizaron juegos y actividades para que todos pudieran participar y divertirse. Pero lo que Camila no sabía era que Alex tenía un secreto.

Un día, mientras jugaban, Camila le dijo:

"Sos muy divertido, Alex. ¿De dónde viniste?"

Alex miró al suelo y, después de un largo silencio, respondió:

"Vengo de un lugar especial, pero ahora estoy aquí, como un chico de la calle. Tenía que conocer a alguien como vos."

Camila no entendía del todo, pero siguió disfrutando su tiempo con Alex. Al pasar las semanas, los dos amigos dejaron huellas en el corazón de muchos niños.

Un día, mientras ayudaban a preparar una merienda para los más pequeños, un hombre elegante se acercó a ellos.

"Disculpen, ¿son ustedes quienes organizan este evento?"

Camila, un poco confundida, contestó:

"Sí, somos nosotros. Queremos ayudar a los niños del barrio a que se diviertan y a que tengan algo para comer."

El hombre sonrió y dijo:

"Eso es admirable. Yo soy el rey de un reino lejano. Cuando escuché hablar de ustedes, decidí venir a conocer a estas dos increíbles personas."

Camila y Alex se miraron, sin entender bien qué pasaba.

"¿Rey? ¿De un reino lejano?" preguntó Alex con la voz temblando un poco.

El rey continuó:

"Sí, y creo que tu generosidad y bondad merecen ser reconocidas. Camila, gracias a ti, muchos niños han encontrado alegría. Alex, has sido un gran apoyo para todos. El reino necesita de personas como ustedes."

A lo que Camila respondió, con su voz dulce:

"No lo hice por premios, solo quiero ayudar. Todos merecen ser felices."

El rey sonrió al escuchar eso.

"Eso es exactamente lo que busca mi reino. Camila, ¿te gustaría venir conmigo y ser una princesa? Puede que haya alguna manera en que tú y Alex puedan hacer mucho más por los demás en mi reino."

Camila, muy emocionada, se volvió hacia Alex y preguntó.

"¿Qué piensas de esto? ¿Te gustaría ir?"

Alex, con una sonrisa amplia, dijo:

"Sí, pero tengo que contarte algo. No soy solo un niño de la calle. Soy el príncipe de ese reino, pero decidí venir aquí a aprender lo que es verdaderamente valioso en la vida: la amistad y la generosidad. Nunca esperé encontrar una amiga tan buena como vos en el camino."

Entonces, Camila comprendió por qué siempre había sentido una conexión especial con Alex.

"¡Eso es maravilloso! Entonces, juntos, podremos ayudar a aún más niños en tu reino."

Y así, Camila, se convirtió en una princesa, pero lo más importante, siguió siendo la niña bondadosa que siempre había sido. Junto a Alex, el príncipe, organizaron eventos y actividades para ayudar a todos aquellos que lo necesitaban. No importaba si estaban en la calle o en el castillo; su misión era la misma: hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, vivieron felices, llevando alegría y amor a todos los rincones de su reino.

FIN.

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