Camila y el Tesoro de los Juguetes
Era un soleado día en el barrio de Camila, una niña de 4 años con ojos color cafés y pelo rizado negro. Estaba jugando en su casa con sus juguetes favoritos: una muñeca, un dinosaurio y un enorme tren de madera. Camila amaba jugar sola, pero a veces se sentía un poco sola.
Un día, mientras jugaba, escuchó un golpe en su puerta. "¡Hola, Camila! Soy Juan, tu vecino", dijo Juan, un niño de 5 años que vivía al lado. "¿Querés jugar?" Camila dudó un momento y pensó en sus juguetes.
"Mi mamá siempre dice que los juguetes son tesoros y que hay que cuidarlos", respondió Camila con un susurro.
"Yo sé eso, pero los tesoros se disfrutan más cuando los compartís con otros", contestó Juan sonriendo.
Camila sintió curiosidad y decidió abrir la puerta. "Bueno, está bien. Pero solo un ratito".
Juan entró y se sentó en el suelo. "¡Veo que tenés un tren! ¿Podemos jugar juntos?" preguntó. Camila miró su tren y pensó que podría ser divertido jugar con Juan.
"De acuerdo", dijo, mientras le pasaba el tren a Juan. Ambos comenzaron a moverlo, haciendo ruidos de locomotora.
De repente, el tren se descarriló y al caer, la muñeca de Camila rodó lejos. "¡Oh no!" gritó ella, pero también vio que Juan estaba riendo.
"No te preocupes, ¡haremos que la muñeca viaje en tren!", dijo Juan con entusiasmo. Camila se rió y comenzó a imaginar.
"¿Y si la muñeca se convierte en la conductora del tren?" dijo Camila mientras se unía a la locura de Juan.
Los dos reían y jugaban, creando una historia sobre la muñeca aventurera que viajaba a diferentes países. Pero de pronto, Camila se dio cuenta de que Juan tenía su propio juguete, un robot que saltaba.
"¡Eso es genial!" exclamó Camila, "¿Puedo probarlo?"
"Claro, ¡compartamos!" dijo Juan mientras le pasaba el robot. Ambos se turnaban para jugar con el robot y la muñeca.
Después de un rato, Camila sintió que la diversión era aún mayor al jugar juntos. -“¿Sabés qué? Compartir nuestros juguetes es como tener un montón más”, dijo emocionada.
"¡Sí!" afirmó Juan, alzando el robot como si fuese un trofeo. "Y así podemos inventar historias increíbles juntos".
Cuando terminó el día, Camila y Juan habían creado un mundo lleno de aventuras. Antes de irse, Juan dijo: "Me encantó jugar, Camila. ¿Podemos hacerlo de nuevo mañana?"
"Claro que sí!" respondió Camila con una gran sonrisa.
Más tarde, Camila se sentó con su mamá para contarle sobre su día. "Hoy aprendí que compartir es muy divertido, mamá. ¡Los juguetes juntos son un tesoro!".
La mamá de Camila sonrió y la abrazó. "Es lindo escuchar eso, mi amor. Compartir trae alegría a nuestros corazones y a nuestros juegos". Camila asintió, feliz, mientras pensaba en todas las aventuras que tendría con Juan en el futuro.
Así, Camila no solo aprendió a compartir sus juguetes, sino también a disfrutar de la amistad. Nunca más se sintió sola, porque había descubierto que los tesoros se multiplican cuando los compartimos con alguien especial.
FIN.