Camila y el viaje a la granja mágica



Era una mañana soleada en la ciudad, y Camila, una niña con una imaginación desbordante, se despertó con un gran problema: ¡no quería comer! Su mamá, la señora Elena, se preocupó y se sentó a su lado.

"Camila, ¿por qué no quieres comer? Es importante para que tengas energía para jugar y aprender."

"No sé, mamá. No me gusta la comida."

La señora Elena sabía que tenía que hacer algo, así que decidió convertir el desayuno en una aventura.

"¿Qué tal si hacemos un viaje a una granja mágica?"

Camila abrió los ojos de par en par, intrigada.

"¿Una granja mágica? ¿En serio?"

"Sí, en esta granja todos los animales hablan y te cuentan sobre la comida de forma divertida. Pero, primero, necesitamos ir a buscar un ingrediente especial para el desayuno. ¿Te gustaría?"

Camila asintió con entusiasmo. Así que, con la garantía de que era una granja mágica, la señora Elena preparó dos gorros de explorador y salieron al patio trasero, donde habían colocado una especie de portal.

"¡Vamos!" gritó el mamá.

Cuando atravesaron el portal, se encontraron en un paisaje colorido y brillante. Un gran signo decía: "Bienvenidos a la Granja Mágica". Camila no podía creer lo que veía. Había animales de todos los colores y tamaños.

Mientras exploraban, llegaron a un corral lleno de ovejas que estaban contando historias.

"¡Hola!" dijo una de las ovejas. "Soy Lana. ¿Quieren saber por qué la leche es tan importante para el desayuno?"

"¡Sí!" respondió Camila.

Lana les explicó que la leche les da fuerzas y ayuda a crecer grandes y fuertes. Camila escuchaba atentamente, pero todavía dudaba en probarla.

Luego, se encontraron con unas gallinas que ponían huevos de colores.

"¡Hola, hola!" cacareó una gallina. "Soy Clara. ¡Los huevos son llenos de proteínas! Son como superhéroes en tu plato. Te ayudan a tener energía para correr y jugar todo el día!"

"¿Superhéroes?" preguntó Camila, fascinada.

"Sí, ¡definitivamente!"

A continuación, encontraron un árbol de frutas brillantes y un conejo llamado Tomás que les dio la bienvenida.

"Si comes frutas, ¡te vuelves más rápida que un rayo! Así tendrás mucha energía para jugar a la pelota con tus amigos", aseguró Tomás.

"¿Rápida como Flash?" preguntó Camila, imaginándose volando por el jardín.

Camila comenzó a entusiasmarse. Cada animal le contaba algo maravilloso sobre la comida: el maíz de las gallinas para hacer polenta, las verduras que siempre tienen colores brillantes, y el pan crujiente que venía de mil aventuras.

Finalmente, un enorme y sabio búho llamado Don Sabio se posó sobre una rama.

"Camila, lo importante no es solo la comida, sino cómo nos sentimos al comerla. Cada bocado cuenta una historia, y cada alimento es un amigo que te acompaña en tu crecimiento. Si no comes bien, esos amigos no pueden ayudarte. ¿No te parece extraordinario?"

"Es maravilloso, Don Sabio. Nunca había pensado en la comida de esta manera."

Cuando Camila escuchó las historias de los animales, se dio cuenta de que cada alimento tenía un superpoder.

"¿Puedo probar todo esto en el desayuno?" preguntó con emoción.

Los animales comenzaron a saltar de alegría.

"¡Por supuesto!" Y así, juntos, prepararon un desayuno lleno de leche, huevos, frutas, maíz y pan.

Camila se dio cuenta de que su plato se llenó de colores y alegría. Al probar cada bocado, sentía que los superhéroes dentro de la comida la llenaban de energía y felicidad.

Luego de un delicioso desayuno, el búho les habló.

"Camila, siempre puedes aprender a querer los alimentos. Cada uno tiene algo especial. Pero lo más importante es que este viaje tiene que llevarse a cabo en tu corazón cada día."

Cuando finalmente regresaron a casa, Camila sonrió y le dijo a su mamá.

"¡Mamá! He aprendido que la comida es un montón de aventuras y superpoderes. ¡Quiero comer todo!"

"¡Qué bueno, Camila! Estoy tan orgullosa de ti. Ahora vamos a preparar la cena juntas para que también sea divertida."

Y así, Camila comprendió que la comida no solo es necesaria, sino que puede ser una maravillosa aventura todos los días. Desde ese entonces, siempre estaba lista para disfrutar de cada comida y explorar las historias que cada bocado le ofrecía.

Fin.

FIN.

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