Camila y la Manzana Mágica



Era un día soleado en el barrio de Camila, una niña curiosa y llena de vida que amaba la aventura. Esa mañana, mientras jugaba en el jardín de su casa, encontró una manzana brillante y roja entre las hojas de un árbol.

- ¡Mirá lo que encontré! - gritó, emocionada.

Camila se acercó a la manzana y la tocó con sus dedos. Estaba fresca y parecía brillar con un resplandor especial. Su amiga Sofía se asomó por la ventana.

- ¿Qué tenés ahí? - preguntó Sofía, con curiosidad.

- ¡Una manzana súper linda! - respondió Camila. - Creo que es mágica.

Decidida a descubrir si su intuición era correcta, Camila tomó un bocado. En cuanto lo hizo, sintió una ráfaga de energía recorrer su cuerpo. De repente, el jardín empezó a transformarse ante sus ojos. Las flores brillaban de colores intensos y los pájaros cantaban melodías melodiosas.

- ¡Esto es increíble! - exclamó Camila.

Pero en ese instante, un árbol gigante apareció, deteniendo su camino hacia la entrada del bosque.

- Para continuar, debes pasar mi prueba - dijo el árbol, con voz firme pero amable.

- ¿Qué prueba? - preguntó Camila, nerviosa pero emocionada al mismo tiempo.

- Debes demostrar que eres valiente y astuta. Si logras resolver el acertijo que te plantearé, podrás seguir adelante y seguir disfrutando de la magia del bosque - explicó el árbol.

Camila se sintió lista para aceptar el desafío.

- ¡Estoy lista! - dijo con firmeza.

- Muy bien. Aquí va el acertijo: “Soy ligero como una pluma, pero ni el hombre más fuerte puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy? ” - preguntó el árbol, dejando a Camila pensativa.

Camila cerró los ojos y recordando lo que su mamá le decía sobre la importancia de escuchar sus pensamientos, comenzó a meditar.

- ¡Ya sé! - gritó, iluminada. - Es la respiración.

- ¡Correcto! - el árbol aplaudió con sus ramas. - Puedes continuar, pequeña aventurera.

Camila sonrió de oreja a oreja y continuó su camino por el bosque. Pero de repente, se encontró con una pequeña ardilla que parecía triste.

- ¿Qué te pasa? - le preguntó Camila.

- No encuentro mi nuez favorita - dijo la ardilla, con lágrimas en los ojos.

- ¡No te preocupes! - animó Camila. - Podemos buscarla juntas.

Las dos amigas comenzaron a correr entre los árboles, buscando por cada rincón. Camila se acordó de un lugar donde había visto nueces brillantes antes y decidió llevar a la ardilla allí.

- ¡Mirá! - exclamó Camila, señalando un arbusto.

La ardilla corrió emocionada y, al llegar, encontró su nuez favorita, grande y brillante.

- ¡Gracias, Camila! - dijo la ardilla, saltando de alegría. - Eres una gran amiga.

- ¡De nada! - respondió Camila. - ¡Ahora sigamos explorando!

La ardilla decidió acompañar a Camila en su camino. Juntas recorrieron prados llenos de flores, ríos cristalinos y colinas verdes. Cuando el sol comenzó a ocultarse, Camila se dio cuenta de que se había hecho tarde.

- Es hora de volver a casa - dijo, un poco triste. - Pero no quiero que se termine esta aventura.

- ¡Puedes volver a visitarme! - animó la ardilla. - Siempre habrá nuevos misterios por descubrir.

- ¡Claro! - sonrió Camila. - Estoy segurísima de que volveré.

Camila se despidió de su nueva amiga y corrió feliz hacia su casa. Cuando llegó, su mamá la estaba esperando en la puerta.

- ¿Dónde estuviste, Camila? - preguntó su mamá, sonriendo.

- Tuve una increíble aventura en el bosque. ¡Encontré una manzana mágica! - contó Camila, emocionada.

- ¡Qué historia tan hermosa! Pero ahora es hora de cenar y luego a dormir. Mañana será otro día lleno de sorpresas - le dijo su mamá, abrazándola.

- ¡No puedo esperar! - exclamó Camila, mientras miraba por la ventana, buscando una señal de que el bosque le estaba diciendo que volviera.

Y así, cada noche antes de dormir, Camila pensaba en su manzana mágica y en todas las aventuras que aún la esperaban.

Nunca olvidó que la amistad, la valentía y la curiosidad son el camino hacia nuevas y emocionantes historias, y que cada día es una oportunidad para vivir algo maravilloso. Y con esa idea en mente, Camila se dejó llevar por el sueño, lista para el día que estaba por llegar.

FIN.

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