Camila y la planta mágica



Había una vez en un colegio muy especial, una niña llamada Camila. Camila era muy buena y siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros con lo que necesitaran.

Sin embargo, tenía un pequeño problema: le costaba mucho estar quieta en clase. La maestra de Camila se llamaba Laura y era muy comprensiva. Siempre trataba de encontrar maneras creativas para ayudar a Camila a concentrarse en clase. Un día, la maestra Laura decidió hacer algo diferente.

"Camila, ¿te gustaría ser la encargada de cuidar al nuevo huésped de nuestra clase?", le preguntó la maestra Laura con una sonrisa. Camila se sorprendió y emocionó al mismo tiempo. No podía creer que le dieran semejante responsabilidad.

"¡Sí, claro! ¿Quién es nuestro nuevo huésped?", preguntó Camila con curiosidad. La maestra Laura sacó de su escritorio una pequeña maceta con una planta verde y frondosa. "Este es Pepito, nuestro nuevo amigo.

Tu tarea será cuidarlo durante toda la semana", explicó la maestra Laura. Camila aceptó feliz el reto y se comprometió a cuidar de Pepito con todo su amor.

Durante esa semana, Camila se esforzó por estar tranquila en clase para no distraerse del cuidado de su nueva plantita. Pero un día, mientras todos estaban en recreo, un viento fuerte entró por la ventana abierta y derribó la maceta de Pepito al suelo. La planta quedó desordenada y algunas hojas se cayeron.

Camila sintió mucha tristeza al ver a su amiguito herido. Corrió hacia él y comenzó a reagarrar las hojas caídas con mucho cuidado.

Pensaba que ya no podría arreglarlo cuando escuchó una voz detrás suyo:"¿Necesitas ayuda?" Era Tomás, un compañero que solía burlarse de ella por no poder estar quieta en clase. Tomás había visto todo desde lejos y decidió acercarse para ofrecerle ayuda sincera a Camila. Juntos lograron arreglar a Pepito y ponerlo nuevamente en su lugar.

Desde ese día, Camila entendió lo importante que era aprender a pedir ayuda cuando las cosas se ponían difíciles. Al finalizar la semana, Pepito lucía más radiante que nunca gracias al amor y dedicación de Camila.

La maestra Laura felicitó a Camila por su esfuerzo e incluso Tomás reconoció lo valiente que fue al enfrentar los problemas sin rendirse.

Desde entonces, Camila aprendió que aunque le costara estar quieta en clase, siempre habría formas creativas de superar sus dificultades si contaba con el apoyo de sus amigos.

FIN.

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