Camilos Treasure Hunt



Había una vez un niño llamado Camilo, de rulos y siempre con una sonrisa en su rostro. A sus 4 años, le encantaban las aventuras, los dinosaurios y los piratas. Era un pequeño muy curioso y juguetón.

Camilo iba al jardín junto a sus compañeros de clase. Allí, la maestra les enseñaba cómo portarse bien y ser buenos amigos. Pero a veces, Camilo se olvidaba de escuchar a su maestra y se metía en problemas.

Un día, mientras todos estaban sentados en el círculo escuchando la historia del día, la maestra les contó sobre un tesoro escondido en el patio del jardín.

Todos los niños se emocionaron al escuchar esto e imaginaron cómo sería encontrar ese tesoro perdido. "¡Imagínense si encontramos el tesoro! Seríamos como verdaderos piratas", dijo Camilo emocionado.

La maestra sonrió y les propuso un desafío: si lograban comportarse bien durante toda la semana, podrían ir a buscar el tesoro el viernes por la tarde. Camilo estaba decidido a encontrar ese tesoro junto a sus amigos. Así que ese mismo día comenzó a esforzarse por portarse bien en el jardín.

Escuchaba atentamente las indicaciones de su maestra, compartía sus juguetes con los demás niños y siempre decía "por favor" y —"gracias" . Los días pasaron volando y llegó el esperado viernes por la tarde. Los niños estaban ansiosos por salir al patio del jardín para buscar el tesoro perdido.

Cuando llegaron al patio, la maestra les dio un mapa del tesoro y los dividió en equipos. Camilo se unió al equipo de sus mejores amigos, Sofía y Tomás. Siguiendo el mapa, los niños comenzaron a buscar por todo el jardín.

Pasaron por el arenero, treparon los juegos y revisaron cada rincón en busca de pistas. "¡Aquí hay algo!", exclamó emocionado Camilo mientras levantaba una piedra que estaba marcada en el mapa. Bajo esa piedra encontraron una llave dorada.

Siguiendo las indicaciones del mapa, llegaron hasta un viejo cofre de madera. Con la llave dorada en mano, abrieron el cofre y dentro había montones de chocolates y juguetes.

Los ojos de los niños se iluminaron al ver tantos tesoros. Pero antes de tomar cualquier cosa, recordaron lo importante que era compartir con sus amigos. "Vamos a repartir equitativamente", dijo Sofía con una sonrisa.

Así fue como cada uno tomó su parte del tesoro y compartieron con los demás compañeros del jardín. Camilo aprendió que no solo era divertido encontrar tesoros escondidos, sino también ser buenos amigos y compartir lo que tenía con los demás.

A partir de ese día, se esforzó aún más por portarse bien y seguir las enseñanzas de su maestra. Y así, Camilo vivió muchas más aventuras junto a sus amigos del jardín mientras aprendían cómo ser buenos piratas pero sobre todo buenos compañeros.

FIN.

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