Caminando Jugaba Muñecas y el Gran Viaje del Palo Sapo



En un colorido bosque donde los árboles susurran al viento y las flores sonrisas suelen dar, dos amigos muy particulares vivían grandes aventuras: Caminando Jugaba Muñecas, una niña de imaginación desbordante, y Palo Sapo, una rana simpática con habilidades sorprendentes.

Un día soleado, que iluminaba todo el bosque, Caminando decidió que era el momento perfecto para presentar a sus muñecas al mundo. Con su cesta llena de muñequitas, se sentó en la orilla del río.

"Hoy les contaré a mis muñecas la historia del lugar donde vivimos!", exclamó con entusiasmo.

Palo Sapo, que estaba tomando el sol en una roca cercana, escuchó la emoción en la voz de su amiga.

"¿Puedo unirme a tu historia?", preguntó Palo Sapo.

Caminando, con una sonrisa, le contestó:

"¡Claro! Cuanto más, mejor."

Así, Palo Sapo se acercó, dando pequeños saltitos. Juntos, comenzaron a relatarles a las muñecas aventuras sobre piratas, tesoros escondidos y castillos mágicos. Todos estaban tan absortos que no notaron que unas nubes oscuras comenzaban a cubrir el cielo.

De repente, un fuerte estruendo sacudió el bosque.

"¿Qué fue eso?" preguntó una muñeca, con sus ojos grandes y asustados.

"¡Es solo un trueno!", dijo Palo Sapo intentando parecer valiente.

"No, no! ¡Es el Rey Trueno, está enojado!" exclamo otra muñeca.

Caminando los miró y, después de un breve silencio, propuso:

"¿Y si vamos a hablar con el Rey Trueno? Tal vez sólo necesita un amigo."

Palo Sapo, aunque por dentro sentía un poco de miedo, no quería defraudar a su amiga.

"¡De acuerdo! Vamos a buscarlo!"

Las muñecas, aunque temerosas, estaban dispuestas a acompañarlas. Juntos, decidieron buscar al Rey Trueno en la Montaña Ruge, el lugar donde se decía que vivía. El camino estaba lleno de desafíos; debían cruzar un arroyo, saltar sobre rocas y sortear arbustos espinosos.

Mientras caminaban, Caminando mostró a sus muñecas cómo superar sus miedos.

"Miren, podemos hacerlo juntos. Si nos apoyamos, nada es tan aterrador."

Así, con la ayuda de Palo Sapo, comenzaron a sortear los obstáculos y, en el camino, cada vez se sentían más valientes. Finalmente, llegaron a la base de la Montaña Ruge.

"¿Y si no le gusta vernos?", murmuró una muñeca.

"Tal vez sólo necesitemos ser amables y valientes, y compartirle el cariño que tenemos entre nosotros," contestó Palo Sapo.

Entonces, decidieron llamar al Rey Trueno:

"¡Rey Trueno, venimos en son de paz!"

"¡Te traemos una propuesta de amistad!"

Un silencio tenso llenó el aire, hasta que de repente, un gran eco resonó desde la cima de la montaña.

"¿Quién se atreve a invocar al Rey Trueno?" retumbó una voz poderosa.

"¡Nosotros!", gritó Caminando, con firmeza y confianza.

"Venimos a hacerte compañía."

Un destello iluminó el cielo y, en un abrir y cerrar de ojos, el Rey Trueno, una criatura majestuosa con un manto de nubes y ojos centelleantes, apareció ante ellos.

"Sorprendente... no esperaba que vinieran. Muy pocos vienen a buscar mi amistad", dijo el Rey.

Palo Sapo dio un paso adelante y dijo:

"Nosotros creemos que todos merecen ser amigos, incluso los que a veces asustan."

"Exacto, sólo queremos compartir nuestras historias contigo," agregó Caminando.

El Rey Trueno, emocionado por su valentía y sinceridad, sonrió.

"He estado solo por tanto tiempo, y eso me ha vuelto un poco ruidoso y temible. Los amigos son difíciles de encontrar."

Así, comenzaron a compartir cuentos y risas, y el Rey Trueno, a su vez, les contó sobre sus aventuras y los viajes a los cuales había asistido.

"¿Saben qué? Este fue el mejor trueno de mi vida. Gracias por mostrarme que la amistad puede enfrentarse a cualquier miedo."

Desde ese día, el Rey Trueno no volvió a ser temido, sino que fue un amigo y protector del bosque. Caminando Jugaba Muñecas y Palo Sapo aprendieron el valor de la valentía, la amistad y que, a veces, montar una aventura puede llevar a grandes sorpresas. Y así, el bosque se convirtió en un lugar aún más mágico por todos los amigos que se hicieron.

Y así, cada vez que sonaba un trueno, todos reían y se recordaban que incluso los que asustan a veces solo buscan compañía.

FIN.

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