Caminando sobre las nubes


Había una vez en un valle rodeado de altas montañas, un niño llamado Mateo. Mateo vivía con su abuelita Margarita en una pequeña casa de campo.

Desde la ventana de su habitación, podía ver el imponente paisaje que se extendía frente a él: un mar de nubes que cubría todo a lo lejos. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, Mateo encontró un viejo libro lleno de ilustraciones de paisajes y pinturas famosas.

Una imagen en particular capturó su atención: era "El caminante sobre el mar de nubes", una obra del pintor romántico Caspar David Friedrich.

Fascinado por la imagen del hombre solitario contemplando el vasto horizonte desde lo alto de una montaña, Mateo decidió emprender su propia aventura. Le contó a su abuelita sobre su plan y ella, aunque preocupada, le dio su bendición.

"Abuelita, quiero subir hasta la cima más alta para ver si también puedo caminar sobre las nubes como en este cuadro tan hermoso", dijo Mateo con entusiasmo. "¡Oh querido Mateo! Ten cuidado y no te alejes demasiado", respondió Margarita con cariño. Así comenzó la travesía de Mateo hacia lo alto de la montaña.

El camino era empinado y rocoso, pero él estaba decidido a llegar a la cima.

Durante el ascenso, se encontró con varios obstáculos que tuvo que superar: un río caudaloso que cruzar, árboles caídos que bloqueaban el sendero y animales salvajes que merodeaban por los alrededores. Pero Mateo no se rindió. Recordaba la imagen del caminante sobre las nubes y eso le daba fuerzas para seguir adelante. Finalmente, después de horas de esfuerzo, alcanzó la cima de la montaña.

Y allí estaba él, parado en lo más alto, contemplando el espectacular paisaje ante sus ojos: un mar de nubes extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados.

"¡Abuelita Margarita! ¡Mira qué hermosa vista desde aquí arriba! ¡Es como estar caminando sobre las nubes!", gritó emocionado Mateo. Desde ese día, Mateo visitaba regularmente la cima de la montaña para admirar el atardecer sobre el mar de nubes.

Cada vez que volvía a casa junto a su abuelita Margarita, le contaba historias emocionantes sobre sus aventuras en lo alto y cómo se sentía como un verdadero explorador valiente.

Y así, inspirado por la belleza del cuadro "El caminante sobre el mar de nubes", Mateo aprendió que con determinación y valentía se pueden alcanzar los sueños más extraordinarios; solo hace falta creer en uno mismo y nunca rendirse ante los desafíos del camino.

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