Campeón del Chaco



En un bello rincón de Tarija, en el corazón del Chaco, vivía un caballo llamado Pampa. Desde pequeño, Pampa soñaba con ser el mejor corredor de su tierra. Todos los días se pasaba horas mirando a los magníficos caballos que participaban en las competencias, admirando su velocidad y elegancia.

"Un día voy a ser como ellos", se decía a sí mismo mientras trota en el campo.

Pero Pampa tenía un obstáculo: no era tan rápido como los otros caballos. Los demás eran grandes, fuertes y habían sido entrenados desde muy pequeños. Él venía de una familia sencilla y no había tenido la oportunidad de conocer a un buen entrenador.

Un día, mientras pastaba bajo un árbol, escuchó una conversación entre dos caballos viejos.

"Este año se va a celebrar la gran carrera del Chaco", dijo uno.

"Sí, se dice que el campeón recibirá una medalla de oro", respondió el otro.

Pampa sintió que su corazón latía con fuerza. ¡Era su oportunidad!"Tengo que participar", pensó. Pero pronto una sombra de duda lo invadió. ¿Cómo podría competir si no era tan veloz como los demás?

Decidido a no rendirse, fue a buscar consejo. Encontró a una tortuga sabia, llamada Doña Tula, que vivía en un arroyo cercano.

"Doña Tula, quiero ser campeón en el Chaco, pero todos son más rápidos que yo. ¿Qué puedo hacer?",

- preguntó Pampa.

Doña Tula sonrió y le respondió:

"La velocidad no lo es todo, querido caballo. Necesitas entrenar y confiar en tus habilidades. Además, lo más importante es la determinación. ¿Estás dispuesto a trabajar duro?"

Pampa asintió con firmeza. Así comenzó su entrenamiento. Se levantaba temprano cada mañana, corría bajo el sol, saltaba troncos y trotaba por senderos empinados. Aunque al principio le costaba, no se dio por vencido y empezaba a sentir que su resistencia aumentaba.

Un día mientras entrenaba, conoció a una joven y ágil yegua llamada Estrella.

"¿Te gustaría que te ayudara a entrenar?", le preguntó.

"¡Oh, sí, me encantaría!", respondió Pampa emocionado.

Estrella era rápida y divertida, y juntos se motivaban para mejorar. Se contaban historias de caballos valientes que habían competido y se inspiraban mutuamente.

A medida que pasaban los días, Pampa comenzó a sentir que era más rápido. Pero un día, mientras se preparaban para la carrera, un gran toro llamado Bravo se acercó.

"¿Qué quieren estos dos? ¡Los campeones no son como ustedes!", se burló.

"¡Solo los fuertes ganan!

Pampa sintió que las palabras del toro lo hirieron. Pero Estrella lo animó.

"No le hagas caso, Pampa. Cada cual tiene su propio camino. Lo importante es que tú trabajaste duro. No dejes que te desanime".

El día de la carrera llegó. Todos los caballos del Chaco estaban allí. Pampa sintió mariposas en el estómago, pero recordó las enseñanzas de Doña Tula, y la amistad que había construido con Estrella.

"¡Estoy listo! No importa el resultado. Solo quiero dar lo mejor de mí, por mí y por todos los que me apoyan!", gritó Pampa con confianza.

La carrera comenzó, y Pampa corrió con todas sus fuerzas. Inicialmente quedó atrás, pero recordó las palabras de Estrella y de Doña Tula. Empezó a concentrarse y a dar lo mejor de sí, usando cada parte de su cuerpo para avanzar. Finalmente, cuando vio la meta a lo lejos, su corazón se llenó de esperanzas. Con un último empujón, cruzó la línea de meta.

Pampa respiró hondo y se dio cuenta que no importaba si ganó o no. Estaba orgulloso de haber participado. Al final de la carrera, fue a recibir sus premios.

El juez anunció:

"El verdadero ganador de esta carrera no siempre es el que cruza primero la meta, sino el que tiene el corazón más grande y lo da todo. Y este año, le damos la medalla de oro a Pampa, el caballo que nunca se dio por vencido".

Todos los caballos aplaudieron. Bravo, el toro, también se acercó para felicitarlo. Pampa había aprendido que lo más valioso no era ganar, sino el esfuerzo, la amistad y el coraje que había mostrado.

"¡Gracias, Doña Tula! ¡Gracias, Estrella! ¡Gracias a todos!" exclamó Pampa, con su medalla en el cuello.

Así, Pampa no solo se convirtió en un campeón del Chaco, sino que se ganó el corazón de todos los que lo rodeaban con su perseverancia y pasión.

Y así, cada vez que un caballo observaba la competencia, sabía que el verdadero valor estaba en intentarlo, sin importar las limitaciones. Pampa se levantó con su historia no solo para ser recordado como un campeón, sino como un símbolo de esfuerzo y amistad en el Chaco de Tarija.

FIN.

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