Candela y el Recital Mágico
Era un día brillante y soleado cuando Candela, una niña de diez años, se preparaba para su primer recital en el famoso festival Lollapalooza. Había estado soñando con este momento desde que escuchó por primera vez a Olivia Rodrigo, su cantante favorita. Candela se miró al espejo, ajustó su gorra, se puso su remera de estrellas y sonrió. Hoy sería un día mágico.
Llegó al festival junto a su papá y su mejor amiga, Valentina. El lugar estaba lleno de colores, música y gente de todas partes.
"¡Mirá todo esto! Es increíble, papá!"- exclamó Candela, con los ojos llenos de asombro.
"Sí, Candela, es un lugar donde la música une a las personas. Prepárate para disfrutar cada momento"- respondió su papá, con una gran sonrisa.
La primera sorpresa del día fue conocer a Valentina, que tenía unas cuentas sorpresas planeadas por su cumpleaños.
"¡Sorpresa! Te traigo una pulsera gigante de la amiga de mi hermana. ¡Así podrás entrar a la zona del escenario!"- dijo Valentina, emocionada.
Candela no podía creerlo. ¡Iba a estar cerca de Olivia Rodrigo en su primer recital! Juntas, se acercaron al escenario, sintiendo cómo la música vibraba y movía el aire. Olía a palomitas y había una gran diversidad de personas, cada una disfrutando a su manera.
Antes de empezar el concierto, un grupo de personas estaba organizando un taller de arte.
"Ven, Candela, vamos a crear algo!"- invitó Valentina.
Candela se sintió un poco dudosa, pero siguió a su amiga. En el taller, pintaron sobre una tela enorme, creando un mural lleno de colores. Rieron, bailaron y hasta conocieron a algunos artistas que les dieron consejos.
"Cada color tiene su historia, como nuestras emociones"- les dijo un artista.
"¡Qué lindo!"- dijo Candela, inspirada.
Finalmente, cuando el sol comenzó a ocultarse y las luces brillaron más intensamente, llegó el momento que habían estado esperando. Olivia Rodrigo salió al escenario.
"¡Hola, Lollapalooza! Estoy muy feliz de estar aquí con ustedes, ¡esto va a ser increíble!"- gritó Olivia, y la multitud estalló en vítores.
Candela sintió que su corazón latía al ritmo de la música. Bailaba y cantaba con todas sus fuerzas. Pero, en un momento, su gorra voló al aire por una ráfaga de viento y cayó en una zona alejada y llena de gente.
"¡Ay no! Mi gorra!"- gritó Candela, preocupada.
Valentina la miró firme y le dijo:
"No te preocupes, ¡vamos a buscarla!"-
Las dos amigas se aventuraron entre la multitud, saltando y esquivando personas. Encontraron a un grupo de chicos que sostenían la gorra.
"¡Mirá! ¡Tu gorra!"- le dijeron, riéndose.
Candela se sintió un poco incómoda, pero Valentina la alentó:
"No dejes que eso te arruine el momento. ¡Vamos a agradecerles!"-
Cuando se acercaron a los chicos, Candela sonrió y dijo:
"Gracias, chicos. ¡Me encanta!"-
Y así, la gorra volvió a su lugar y el concierto siguió. Esa interacción hizo que Candela se diera cuenta de que no todo es perfecto en la vida; disfrutar y adaptarse es parte de la diversión.
Finalmente, al terminar el recital, con los ojos llenos de estrellas y el corazón rebosante de alegría, Candela y Valentina regresaron a casa.
"Hoy fue el mejor día de mi vida"- susurró Candela, iluminada por la cifra de colores en su cabeza.
"Sí, y aprendí que siempre hay una manera divertida de arreglar las cosas, aunque no salgan como uno espera"- respondió Valentina, sonriendo.
Al caer la noche, Candela se fue a dormir sintiéndose más valiente y llena de inspiración.
La música, la amistad y siempre estar abiertas a nuevas experiencias, eso era lo que más recordaría de su primer recital.
Esa noche, soñó con todas las aventuras que aún le quedaban por vivir.
FIN.