Candela y la potra salvaje
Candela era una niña llena de alegría y energía. Su pasión por el baile era insaciable, y le encantaba moverse al ritmo de la música como si fuera una potra salvaje. Un día, mientras danzaba en el jardín, descubrió un misterioso unicornio al que decidió nombrar Albondiguilla.
-'¡Hola, Albondiguilla! ¿Quieres bailar conmigo?' -exclamó Candela, emocionada por su descubrimiento.
Albondiguilla relinchó con entusiasmo y empezaron a bailar juntos al compás de la brisa. A medida que danzaban, Candela se dio cuenta de que su unicornio poseía un don especial: podía hacer que las flores del jardín florecieran con solo tocarlas.
-'¡Increíble, Albondiguilla! ¡Eres mágico!' -exclamó Candela maravillada.
Con el paso de los días, Candela y Albondiguilla se convirtieron en inseparables. Juntos exploraban el mundo, ayudando a la naturaleza con el increíble don del unicornio. Sin embargo, un día, una malvada bruja llamada Malacatucha decidió robar la magia de Albondiguilla para sus planes malignos. Candela, valiente y decidida, se propuso rescatar a su amigo.
Con ingenio y astucia, Candela ideó un plan para infiltrarse en el castillo de la bruja. Después de superar muchos obstáculos, finalmente encontró a Albondiguilla prisionero en lo más profundo del castillo. Sin dudarlo, Candela liberó a su amigo y juntos enfrentaron a Malacatucha.
Gracias a la valentía de Candela y la magia de Albondiguilla, lograron derrotar a la malvada bruja y devolver la armonía al reino. Desde ese día, Candela y Albondiguilla se convirtieron en héroes, viajando de un lugar a otro para ayudar a quienes lo necesitaban con la magia del unicornio y la alegría del baile.
Y así, junto a su amigo mágico, Candela aprendió que la valentía, la amistad y la bondad siempre triunfan sobre las adversidades.
FIN.