Cangrejito Cuida la Playa



Había una vez, en una playa soleada y llena de colores, un pequeño cangrejo llamado Coco. Coco no era un cangrejo común, además de correr a toda velocidad por la arena y jugar con sus amigos, tenía una misión muy especial: cuidar la playa.

Cada día, Coco realizaba su rutina. Salía de su agujero de la arena muy temprano en la mañana.

"¡Buenos días, mar!" - decía mientras miraba cómo las olas hacían bailar al sol sobre el agua.

Junto a sus amigos, que eran un grupo de cangrejitos de varios colores, Coco buscaba basura en la playa para mantenerla limpia.

"¡Mirá! ¡Una bolsa de plástico!" - exclamó una de sus amigas, Lila, que era muy inquieta.

"Es nuestra responsabilidad limpiarla, no queremos que lastime a los peces ni a las aves" - añadió Coco.

Así que juntos comenzaban su aventura, moviendo pequeñas piezas de basura desde la orilla hasta un tacho de reciclaje que estaba más allá de las palmeras. Sin embargo, se dieron cuenta de que la tarea no era fácil. No sólo había basura, sino que un grupo de niños estaba construyendo castillos de arena cerca de ellos.

"¡Vamos a pedirle ayuda a los niños!" - sugirió Coco. Los cangrejitos, entusiasmados, se acercaron a hablar con ellos.

"Hola, chicos! ¿Nos pueden ayudar a limpiar la playa? Por favor, pueden usar esas bolsas para llevar la basura" - dijo Coco con su voz más amigable.

Los niños, sorprendidos de ver a cangrejitos hablando, sonrieron. Uno de ellos, llamado Tomi, contestó:

"Claro, también queremos que la playa esté linda. ¡Vamos a ayudar!"

Así fue como, juntos, cangrejitos y niños empezaron a recoger basura. Lo que empezó como un esfuerzo pequeño, pronto se convirtió en un gran trabajo en equipo. La playa comenzó a lucir más limpia y hermosa.

Pero, justo cuando todo parecía estar mejor, una tormenta se acercó repentinamente. Las olas comenzaron a chocar con fuerza contra la costa, trayendo consigo más basura y arrastrando los juguetes de los niños.

"¡Oh no! Todo lo que recogimos se va a perder!" - gritó Lila angustiada.

"¡No se preocupen! ¡Hay que volver a limpiar una vez que pase la tormenta!" - exclamó Coco, decidido a no rendirse.

Pasada la tormenta, la playa tenía más basura que nunca. Sin embargo, Coco miró a sus amigos y a los niños, y dijo con fuerza:

"¡No vamos a dejar que esto nos haga sentir mal! ¡Juntos podemos hacerlo nuevamente!"

Los niños, motivados por el coraje de Coco, decidieron organizar una gran limpieza de la playa. Convocaron a sus amigos, a sus familias, incluso a sus vecinos. Cientos de manos se unieron para limpiar la playa.

Hicieron avisos y señalaron en la escuela para que todos vinieran a ayudar. Después de un día entero de trabajo, la playa resplandecía, y los cangrejitos se sentían muy felices.

"¡Mirá cómo brilla la arena!" - gritó Lila y todos celebraron su logro.

Coco, con una sonrisa orgullosa, se dio cuenta de que había aprendido algo importante. No sólo cuidaba la playa, sino que con la ayuda de otros, podía hacer una gran diferencia.

"Cuando trabajamos juntos, somos más fuertes y podemos lograr cualquier cosa", dijo Coco.

A partir de ese día, Coco y sus amigos se convirtieron en los guardianes de la playa. Cada semana organizaban limpiezas junto con los niños de la comunidad y cada vez, más personas se unían a la causa. La playa se volvió un lugar no solo para disfrutar del sol y el mar, sino también un espacio donde todos aprendían a cuidar la naturaleza.

Coco entendió que el amor por la playa no solo viene de vivir en ella, sino de protegerla para que las futuras generaciones pudieran disfrutarla también. Y así, el pequeño cangrejo que cuidaba la playa inspiró a una comunidad entera a hacer lo mismo, convirtiéndose en un verdadero héroe del mar.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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