Capelucita Roja y el Bosque Oscuro



Capelucita Roja era una niña curiosa y valiente que siempre llevaba su capa roja a donde quiera que fuera. Un día, su mamá le pidió que llevara unas galletitas a su abuela, que vivía al otro lado del bosque oscuro. Capelucita, emocionada, tomó su cesta y se puso en camino.

Mientras cruzaba el bosque, comenzó a imaginar todas las criaturas que podría encontrar. "¡Ojalá vea a un conejo o a un búho!"- pensaba. Sin embargo, al adentrarse más en el bosque, la luz del sol comenzó a apagarse, y los árboles altos y frondosos formaron sombras inquietantes.

De repente, Capelucita escuchó un ruido.

"¿Quién está ahí?"- preguntó, un poco asustada. Pero no recibió respuesta. Se armó de valor y siguió caminando.

A medida que avanzaba, vio una pequeña piedra brillante en el suelo. La recogió y la observó detenidamente. "¡Qué hermosa! Puede que sea un tesoro"- pensó. Justo en ese momento, un zorro apareció de entre los arbustos.

"Esa piedra es mágica, niña"- dijo el zorro, con voz suave. "Si la sostienes, te ayudará a encontrar el camino, pero ten cuidado con los atajos que podrían llevarte a líos"-

Capelucita, llena de curiosidad, le preguntó: "¿A qué te refieres con líos?"-

El zorro suspiró. "He visto a otros intentar tomar atajos en este bosque, y muchos se han perdido. Lo mejor es seguir siempre el camino correcto"-

Capelucita, decidida a no perderse, agradeció al zorro y continuó su camino. Pero al poco tiempo, vio un sendero más corto que parecía llevar directamente a la casa de su abuela. "Esto será más rápido"- pensó, recordando las palabras del zorro, pero la curiosidad pudo más que el temor.

Su instinto la llevó a seguir el nuevo camino. Sin embargo, las ramas comenzaron a cerrarse a su alrededor, y el ambiente se tornó más oscuro y sombrío. De pronto, un aire frío se coló entre los árboles, y Capelucita se dio cuenta de que había tomado un atajo peligroso.

"Oh no, ¿qué he hecho?"- exclamó, mirando a su alrededor. Todo parecía extraño, y no podía encontrar el camino de regreso.

En ese momento, recordó la piedra mágica que llevaba en su mano. La levantó hacia el cielo y, de repente, comenzó a brillar intensamente. El zorro apareció nuevamente.

"Te dije que el camino seguro es el mejor"- le recordó. "Pero no te preocupes, usa la piedra y te guiaré"-

Capelucita sonrió, sintiéndose aliviada. "Gracias, zorro. No sé qué haría sin vos"-

Con el zorro a su lado, caminaron juntos por el bosque. Capelucita aprendió sobre las plantas y los animales que habitaban ese lugar mágico. "Cada uno tiene su propio rol en el bosque, y todos son importantes"- le explicó el zorro mientras se detenían a observar a un grupo de pájaros.

"¡Es hermoso!"- dijo Capelucita, dándose cuenta de que, aunque el bosque era oscuro y a veces aterrador, también había mucha belleza en él.

Finalmente, encontraron el camino que llevaba a la casa de su abuela. Una vez allí, Capelucita se despidió del zorro. "Gracias por ayudarme, prometo siempre prestar atención a los caminos que elijo"-

"Recuerda, no solo importa el destino, sino también las lecciones que aprendes en el camino"- respondió el zorro antes de desaparecer entre los árboles.

Capelucita entró a la casa de su abuela y, al ver a su abuela sonriente, supo que había aprendido una valiosa lección sobre la curiosidad, la valentía y el respeto por el camino correcto. Desde ese día, cada vez que paseaba por el bosque, recordaba su aventura y agradecía todo lo que había aprendido.

FIN.

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