Caperucita, Caperucito y el Lobo Amistoso



Era una hermosa mañana de primavera en el bosque. Caperucita Roja estaba ansiosa por visitar a su abuela, que vivía al otro lado del sendero lleno de manzanas. Caperucita se puso su capa roja y se dispuso a salir, pero antes decidió buscar a su amigo Caperucito, un pequeño lobo que vivía cerca. Aunque todos decían que los lobos eran peligrosos, ella sabía que Caperucito era un lobo diferente, amable y juguetón.

"¡Caperucito!", gritó Caperucita mientras caminaba por el bosque.

Caperucito salió de entre los árboles, agitando la cola.

"¡Hola, Caperucita! ¿A dónde vas?"

"Voy a llevarle manzanas a mi abuela. ¿Te gustaría acompañarme?"

"¡Por supuesto! Me encantan las manzanas. Vamos a recoger algunas juntos".

Los dos amigos se adentraron en el bosque, donde los árboles estaban cargados de manzanas rojas y jugosas. Mientras llenaban su cesto, Caperucita le hizo una pregunta a su amigo.

"Caperucito, ¿por qué todos dicen que sos un lobo malo?"

Caperucito hizo una pausa y miró al suelo.

"No sé, Caperucita. Tal vez porque no me conocen bien. A veces, los que son diferentes son incomprendidos".

"Eso no es justo. ¡Tú eres el mejor amigo que podría tener!"

Con el cesto lleno, los dos amigos comenzaron su viaje hacia la casa de la abuela. Mientras caminaban, Caperucita tuvo una idea brillante.

"Caperucito, podríamos hacer una fiesta con las manzanas que recolectamos. Invitemos a todos los animales del bosque!"

Caperucito sonrió.

"¡Eso suena increíble! Pero, ¿qué pasará si alguno se asusta de mí?"

"No te preocupes. Les diremos que sos un lobo amistoso y que solo quieres hacer amigos".

Con esa idea en mente, los dos llegaron a la casa de la abuela. Esta los recibió con una gran sonrisa.

"¡Hola, mis niños hermosos! Han traído muchas manzanas. ¿Qué planean hacer con ellas?"

"¡Abuela! Queremos hacer una fiesta y invitar a todos los animales del bosque!"

La abuela se rió.

"¡Esa es una idea maravillosa! Más vale que les digas a los animales que Caperucito viene en son de paz".

Caperucita y Caperucito se pusieron a preparar la fiesta. Decoraron la casa con cintas de colores y pusieron las manzanas en un gran círculo en la mesa. Cuando todo estuvo listo, Caperucita decidió que era hora de invitar a los demás animales.

Al poco tiempo, llegaron el zorro, la tortuga y hasta el ciervo. Pero al ver a Caperucito, muchos de ellos se quedaron parados, nerviosos y dudosos.

"¡No se asusten!", exclamó Caperucita. "Caperucito es mi amigo y solo quiere compartir las manzanas con ustedes!"

El zorro, un poco titubeante, dio un paso adelante.

"Está bien, podemos intentar".

Uno a uno, los animales se fueron acercando, hasta que Caperucito comenzó a contarles una historia divertida sobre sus travesuras en el bosque.

"Y entonces, ¡me caí en un charco!", contó entre risas el pequeño lobo.

Los animales, cada vez más cómodos, comenzaron a reírse también y a disfrutar de la fiesta. Caperucito les compartió algunas manzanas y pronto, todos estaban riendo y jugando juntos.

Tras un rato, el ciervo se acercó a Caperucito.

"Perdón por haberte tenido miedo al principio. Te juzgamos solo por ser un lobo".

Caperucito sonrió.

"¡No hay problema! Así como yo aprendí a no temerles a los otros, ustedes también pueden aprender a conocerme".

Caperucita miró a su alrededor y se sintió muy feliz.

"Vemos que cuando nos conocemos y compartimos, podemos ser amigos, sin importar nuestras diferencias".

La fiesta continuó hasta que el sol comenzó a ponerse. Todos compartieron manzanas, rieron y jugaron hasta que llegó el momento de despedirse.

"Gracias por ser parte de esto, Caperucito", dijo Caperucita mientras se abrazaban.

"Gracias a vos, Caperucita, por mostrarme que la amistad es más poderosa que los miedos".

Aquella fiesta no solo les trajo alegría, sino que también unió a todos los animales del bosque, enseñándoles la importancia de la amistad y la aceptación.

Desde ese día, la casa de la abuela se convirtió en el lugar de encuentro de todos, y Caperucito se hizo queridísimo entre los animales, quienes aprendieron que todos, sin importar su apariencia, podían ser amigos. Y así, Caperucita, Caperucito y su grupo de amigos vivieron felices y unidos en el eterno abrazo del bosque.

FIN.

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