Caperucita en el Bosque Mágico
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque, una niña llamada Caperucita Roja. La niña era conocida por su capa roja brillante que le había tejido su abuela. Un día, su madre le pidió que llevara una canasta con galletitas a su abuela que vivía al otro lado del bosque.
"Caperucita, querida, ¿podés llevarle estas galletitas a tu abuela?" - le dijo su mamá.
"¡Sí, mamá!" - respondió emocionada Caperucita, alisando su capa.
Antes de salir, la madre le recordó:
"No hables con extraños y no te salgas del camino."
Con la canasta en la mano, Caperucita Roja se adentró en el bosque, que estaba lleno de árboles altos y flores coloridas. Mientras caminaba, se encontró con un lobo que la miraba con curiosidad.
"Hola, pequeña. ¿A dónde vas con esa canasta tan linda?" - preguntó el lobo con una voz suave.
"Voy a la casa de mi abuela, que vive al otro lado del bosque."
El lobo, sabio y astuto, decidió que podía correr hasta la casa de la abuela antes que Caperucita.
"¿Te gustaría conocer el camino más corto?" - le preguntó el lobo.
Caperucita, recordando las palabras de su madre, dudó un momento. Pero al ver la mirada amistosa del lobo, se sintió tranquila. Sin embargo, decidió que seguiría su camino.
"No, gracias. Prefiero ir por el camino que mi mamá me dijo. Es más seguro."
El lobo se sintió frustrado de que su plan hubiera fallado y rápidamente tomó el camino más corto hacia la casa de la abuela. Cuando llegó, tocó la puerta.
"¿Quién es?" - preguntó la abuela desde dentro.
"Soy yo, el lobo, vení a visitarte."
La abuela, al escuchar la voz del lobo, se puso alerta.
"¿Por qué no me dice la contraseña?" - exigió, recordando las historias del bosque.
"¿La contraseña? Yo... yo no la tengo. Er... soy solo un amigo."
La astuta abuela, en lugar de abrir la puerta, hizo un plan. Le dijo al lobo:
"Si sos un amigo, entonces espero que puedas ayudarme con algo. ¿Podrías ir a buscarme una flor especial que crece en el claro del bosque?"
El lobo, ansioso por impresionar a la abuela, aceptó y salió corriendo en busca de la flor. Mientras tanto, la abuela llamó a Caperucita.
Caperucita, que seguía su camino, escuchó el llamado de su abuela.
"¿Abuela? Soy yo, Caperucita Roja."
La abuela, sabiendo que el lobo había salido, le gritó desde adentro:
"Caperucita, ven a ayudarme. El lobo trató de engañarme. No le abras la puerta si vuelve!"
Caperucita se preocupó, pero pensó que si no le abría la puerta al lobo, todo estaría bien. Finalmente llegó a la casa y encontró a su abuela en la cocina, quien sonreía.
"¡Hola, mi querida Caperucita!" - exclamó la abuela.
Caperucita le entregó la canasta con las galletitas y ambas se sentaron a disfrutar de una merienda tranquila. De repente, el lobo regresó, molesto porque no había encontrado la flor.
"¡Qué sorpresa! Volví. Deberías abrirme la puerta, damita."
Caperucita, recordando las advertencias, le respondió:
"¡No te abriré, lobo! Te vi cuando intentaste engañar a mi abuela."
El lobo, sintiéndose derrotado, se sentó contra un árbol y reflexionó sobre sus acciones. Entonces, escuchó unos ruidos en el piso de arriba y vio pasar a un grupo de animales del bosque que venían en ayuda de Caperucita y su abuela. Armaron un plan en el que se acercaron al lobo.
"¿Por qué no somos amigos en lugar de enemigos?" - le preguntó una liebre.
"Siempre puedes ser parte del grupo si cambias tu forma de actuar."
El lobo miró a los animales y sintió un cambio en su corazón.
"Tal vez estoy cansado de ser el villano. Quiero ser su amigo."
Caperucita y su abuela se miraron y decidieron darle una oportunidad al lobo. Así formaron un pacto de amistad.
"Te enseñaremos a ser amable y compartir, ¿qué te parece?" - sugirió la abuela, sonriendo.
"¡Me encantaría!" - respondió el lobo entusiasmado.
Desde ese día, Caperucita Roja, su abuela y el lobo se convirtieron en grandes amigos. El lobo aprendió a cuidar del bosque y a ser un buen compañero. Y así, en aquel bosque mágico, todos vivieron felices y en armonía.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.