Caperucita Feroz y el Lobo Rojo



Había una vez, en un bosque colorido y lleno de vida, una pequeña niña conocida como Caperucita Feroz. Aunque su apodo sonaba temible, en realidad era una niña valiente y decidida con un gran corazón. Un día, su mamá le envió a llevar una canasta llena de dulces a su abuela, que vivía al otro lado del bosque. Antes de salir, su madre le recordó:

"Caperucita, mantente en el camino y no hables con extraños."

Caperucita Feroz asintió, apretó su capa roja y se adentró en la aventura. Sin embargo, lo que no sabía era que en el bosque había un Lobo Rojo que, a diferencia de lo que los cuentos contaban, no era malvado, sino un poco tímido. Su nombre era Paco, y un día decidió salir de su cueva para explorar el mundo.

Mientras Caperucita caminaba alegremente, recogía flores y cantaba. De repente, apareció Paco, el Lobo Rojo.

"Hola, pequeña. ¿Qué haces en el bosque?"

Caperucita, al principio asustada, recordó las palabras de su madre.

"No puedo hablar contigo. Eres un lobo."

Paco se sintió triste, pues deseaba hacer amigos, pero entendía que la fama de los lobos era complicada.

"Pero no soy como los demás lobos. Solo quiero aprender y conocer más sobre el bosque."

Caperucita decidió darle una oportunidad.

"Está bien, cuéntame más sobre ti."

Paco sonrió y comenzó a hablar sobre su amor por la naturaleza y cómo cuidaba a todos los animales del bosque.

Al escuchar lo que decía Paco, Caperucita se dio cuenta de que la apariencia no siempre define el carácter de una persona. Caperucita, intrigada, decidió invitar a Paco a acompañarla a llevar los dulces a su abuela.

"¿Te gustaría venir conmigo? Así puedes conocer a mi abuela."

Paco no podía creerlo, ¡una niña lo había invitado! Sin dudarlo, respondió:

"¡Claro que sí! Estoy emocionado."

A medida que avanzaban, el camino se volvió más complicado; había un arroyo que debían cruzar. Caperucita miró el agua fría y rápida y sintió miedo.

"No sé cómo cruzar esto."

Paco sonrió y se acercó a ella.

"No te preocupes, puedo ayudarte."

Paco, usando su gran tamaño, pudo hacer un puente con su cuerpo, permitiendo que Caperucita cruzara primero. Ella no podía creer su valentía.

"Gracias, Paco. No sabía que los lobos podían ser tan amigables."

Poco a poco, Caperucita y Paco aprendieron a confiar el uno en el otro. Al llegar a la casa de la abuela, Caperucita decidió que era el momento de presentar a su nuevo amigo. Llamaron a la puerta, y la abuela abrió con una sonrisa.

"¡Hola, Caperucita! Y tú debes ser el Lobo Rojo del que me hablaron."

Paco temió que la abuela lo rechazara, pero en vez de eso, ella continuó:

"He oído cosas sobre los lobos, pero estoy segura de que cada uno es diferente."

Los tres disfrutaron de una merienda con pastelitos y compartieron historias. Paco demostró ser un magnífico narrador y pronto las tres se rieron juntas, sintiéndose más cómodos.

Sin embargo, de repente, la abuela decidió probar a su nuevo amigo:

"Paco, si eres tan bueno con la naturaleza, cuéntanos tu parte favorita del bosque."

"¡Ah, esa es fácil! Me encanta la colina de los árboles altísimos, donde los pájaros cantan y las flores bailan con el viento. Es un lugar mágico."

La abuela asintió, impresionada.

"Eso suena maravilloso. Tal vez podríamos hacer un picnic allí algún día."

Caperucita sonrió, pensando en las nuevas aventuras que tendrían juntos. Pero de pronto, un ruido fuerte interrumpió su alegría. Era un grupo de cazadores que entró en el bosque.

"¡Rápido! Necesitemos escondernos antes de que nos vean!" - dijo Caperucita.

Paco estaba preocupado.

"No puedo dejar que te atrapen."

"No te preocupes, Paco. Sé que juntos podemos encontrar una solución."

Ambos decidieron usar su ingenio para distraer a los cazadores. Caperucita sugirió que hicieran ruido al reciclar algunas ramas secas y piedras en el arroyo, para crear un eco.

"Así ellos se irán a investigar por ahí, mientras nosotros escapamos por el otro lado."

Paco asintió, impresionado por la astucia de Caperucita. Juntos, implementaron su plan. Caperucita hizo ruido y Paco se movió tras unos arbustos, creando distracciones.

Los cazadores, confundidos por el ruido, se apresuraron hacia la dirección equivocada, dándoles tiempo suficiente para escabullirse.

De pronto, se encontraron en la colina de los árboles altísimos, justo donde Paco había mencionado antes. Allí podían ver desde lejos cómo los cazadores se alejaban.

"Lo hicimos, Paco. No pueden atraparnos."

"Trabajando juntos, somos un gran equipo."

Caperucita se sintió feliz.

"¡Deberíamos hacer esto más a menudo! La amistad puede enfrentar cualquier miedo."

Esa fue la primera de muchas aventuras que vivirían juntos. Desde ese día, Caperucita Feroz y el Lobo Rojo se convirtieron en los mejores amigos del bosque, demostrando que la verdadera belleza se encuentra en el corazón, y que no importa cómo te veas por fuera, lo que cuentas y el bien que haces son lo que realmente importa. Y así, Caperucita y Paco continuaron explorando, aprendiendo y cuidando el hermoso bosque que compartían.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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