Caperucita Roja del Callao



En un colorido barrio del Callao, donde el mar se encuentra con la ciudad, vivía una niña conocida por todos como Caperucita Roja, no solo por su característico abrigo rojo, sino también por su gran corazón. Un día soleado, su mamá le cometió una misión especial.

"Caperucita, querida, hoy necesitas llevar una canasta de delicias a tu abuela que vive en la isla de San Lorenzo. Su cumpleaños es mañana y quiero que la sorprendas con algo rico" - le dijo su mamá mientras llenaba la canasta de frutas frescas. Caperucita, emocionada, prometió hacer un gran trabajo.

Mientras caminaba por el puerto, su amiga Luli la vio y la detuvo.

"¡Caperucita! ¿A dónde vas con esa canasta?" - preguntó Luli, sorprendida.

"Voy a llevarle un regalo a mi abuela para su cumpleaños" - explicó Caperucita, sonriendo.

"¡Eso suena genial! Pero ten cuidado con el lobo que ha estado rondando por la zona" - le advirtió Luli.

Caperucita se rió.

"No te preocupes, Luli, ¡soy rápida y astuta!" - y continuó su camino.

Mientras cruzaba el puente hacia la isla, Caperucita se encontró con un viejo pescador que luchaba por sacar su red del agua.

"¡Hola, Caperucita!" - dijo el pescador.

"Hola, Don Pablo. ¿Puedo ayudarte?" - preguntó Caperucita, con su espíritu solidario.

"Sería un gran alivio, muchacha. Las olas son fuertes hoy" - respondió él.

Caperucita se arremangó y se unió a Don Pablo. Juntos levantaron la red y encontraron un montón de peces brillantes.

"¡Mirá cuántos!" - exclamó Caperucita emocionada.

"Estos pescados son un buen sustento, gracias a tu ayuda" - dijo Don Pablo.

"¿Te gustaría que le llevemos algunos a mi abuela también?" - sugirió Caperucita.

"¡Una gran idea!" - sonrió el pescador.

Después de ayudar al pescador, Caperucita siguió su camino, pero, de repente, un lobo huge apareció delante de ella.

"¿Adónde vas, Caperucita?" - preguntó el lobo con una voz melodiosa.

"Voy a la casa de mi abuela en la isla" - respondió ella.

"¿Por qué no te tomas un atajo y te lleves más peces?" - dijo el lobo, intentando hacerlo parecer atractivo.

Caperucita, recordando la advertencia de su amiga, se puso alerta.

"Gracias, señor Lobo, pero ya tengo mucho qué llevarle a mi abuela" - respondió, con firmeza.

El lobo, algo frustrado, intentó una última estrategia.

"Pero, pequeña, los atajos son siempre más divertidos. Mira cuánto tiempo podrías ahorrar" - insistió.

"Quizás, pero a veces lo mejor es seguir el camino seguro" - le replicó Caperucita.

Con decisión, continuó su camino. Al llegar a la casa de su abuela, Caperucita encontró a la anciana mirando por la ventana.

"¡Caperucita! ¡Qué sorpresa!" - exclamó la abuela, abrazándola.

"¡Feliz cumpleaños!" - gritó Caperucita, sin poder contener su emoción.

Sacó la canasta llena de frutas y, junto a los peces que había traído de la aventura con Don Pablo, comenzaron a preparar una comida deliciosa. La abuela sonreía, disfrutando de la compañía y la alegría en su hogar.

"Siempre es bueno que hagas lo que te enseñan, Caperucita. A veces el camino largo es el mejor camino" - dijo la abuela.

"¡Sí! Aprendí que ayudar a los demás y seguir los buenos consejos trae recompensas" - respondió Caperucita, iluminando la sala con su risa.

Y así, incluso con los retos del camino, Caperucita Rojo aprendió que cuidar de los demás y tomar decisiones sabias son las claves para vivir aventuras alegrías en la vida. Juntos, disfrutaron de un cumpleaños maravilloso, rodeados de amor, risas y la certeza de que la bondad siempre vence a la astucia.

La historia de Caperucita Roja del Callao se volvió legendaria, recordando a todos que ser valiente y cuidadoso puede llevar a las más dulces sorpresas.

FIN.

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