Caperucita Roja en la Chacra
En lo más profundo de la selva misionera, en una pequeña chacra rodeada de árboles frondosos y colibríes revoloteando, vivía Caperucita Roja junto a su abuelita.
Caperucita era una niña curiosa y valiente, que ayudaba a su abuelita a cuidar de la chacra. Un día, su mamá le pidió que llevara una canasta llena de frutas y verduras a la abuelita, que vivía al otro lado de la selva. "Cuida del camino, Caperucita", le advirtió su mamá.
"No te distraigas y no hables con extraños". Caperucita asintió con firmeza y se adentró en el sendero hacia la casa de su abuelita. En el camino, se encontró con el lobo, un lobo amigable que vivía en la selva.
"¿A dónde vas, Caperucita?", preguntó el lobo con una gran sonrisa. "Voy a llevar estas frutas y verduras a mi abuelita", respondió Caperucita.
El lobo entonces le dio algunos consejos para llegar más rápido y seguro, pero Caperucita, recordando las advertencias de su mamá, decidió seguir su camino sin hablar mucho con el lobo. Finalmente, llegó a la casa de su abuelita y le entregó la canasta. Juntas cocinaron deliciosos platos con los productos de la chacra.
Mientras tanto, el lobo, que era un gran amante de la naturaleza, sembró algunas plantas aromáticas alrededor de la casa de la abuelita como forma de agradecimiento por las palabras amables de Caperucita. Después de una agradable tarde, Caperucita emprendió el regreso a su hogar.
En el camino, el lobo se le apareció nuevamente. "Gracias por tus consejos", le dijo Caperucita. "Pero debo ser prudente y seguir mi camino sola". El lobo comprendió y Caperucita continuó su camino sin contratiempos.
Al llegar a casa, Caperucita relató a su mamá todo lo ocurrido y las lecciones que aprendió sobre la amabilidad de extraños y la importancia de ser cautos.
Desde aquel día, Caperucita siguió ayudando a su abuelita en la chacra, siempre recordando las enseñanzas de su mamá. El lobo, por su parte, siguió disfrutando de su vida en la selva, sembrando plantas y ayudando a quien lo necesitara."
FIN.