Caperucita Roja, la curandera del bosque
Caperucita roja vivía en un pequeño pueblo rodeado por un hermoso bosque. Un día, decidió aventurarse sola para explorar el bosque y descubrir nuevas cosas.
Caminando por el camino de tierra, Caperucita se encontró con una ardilla que estaba reagarrando bellotas. La ardilla le preguntó a Caperucita a dónde iba y ella respondió emocionada: "¡Estoy explorando el bosque! Quiero ver todo lo que hay aquí".
La ardilla sonrió y le dijo: "Ten cuidado, hay algunos lugares peligrosos en el bosque". Caperucita siguió caminando hasta que llegó a un claro donde vio una hermosa flor roja. Se acercó para olerla cuando de repente apareció un lobo feroz.
El lobo la miraba con sus grandes ojos amarillos mientras se relamía los labios. - ¿A dónde vas tan solita? -preguntó el lobo. - Voy a visitar a mi abuelita -respondió Caperucita. El lobo sonrió maliciosamente y le dijo: "Oh, qué coincidencia.
Yo también voy en esa dirección". Sin embargo, Caperucita no confiaba en él y rápidamente corrió hacia otro camino. Después de caminar durante horas, Caperucita comenzó a sentir hambre y sed.
Fue entonces cuando se encontró con un arroyo cristalino donde bebió agua fresca y clara directamente del manantial. Mientras tomaba agua, escuchó unos ruidos extraños cerca del arroyo. Al acercarse descubrió que se trataba de un grupo de animales heridos y enfermos.
Caperucita decidió ayudarlos y los curó con las hierbas y plantas que había aprendido en su pueblo. Al final del día, Caperucita estaba cansada pero feliz. Había vivido una gran aventura y había ayudado a otros seres vivos en el bosque.
De regreso a casa, la abuela notó lo feliz y satisfecha que estaba su nieta. "¿Qué te ha pasado hoy, querida?" preguntó la abuela. Caperucita sonrió ampliamente: "Aprendí que el bosque es más grande y maravilloso de lo que imaginaba.
Y también aprendí que puedo hacer una diferencia en el mundo si ayudo a los demás". La abuela asintió con orgullo mientras le servía un vaso de leche caliente para dormir bien esa noche.
Desde ese día, Caperucita se convirtió en una exploradora valiente pero responsable del bosque. Siempre llevaba consigo agua para beber y herramientas para ayudar a cualquier animal necesitado que pudiera encontrar en su camino. Y así, ella vivió feliz por siempre jamás.
FIN.