Caperucita Roja y el Lobo Amistoso
Caperucita Roja era una niña muy curiosa y aventurera que vivía cerca de un gran bosque. Su abuela, a quien quería mucho, vivía al otro lado del bosque, así que un día decidió llevarle una cesta con comida. Antes de salir, su mamá le advirtió:
"Cuidado, Caperucita, no hables con extraños y no te aparte del camino."
Caperucita prometió hacer caso y salió hacia la casa de su abuelita. El sol brillaba y todo parecía tranquilo en el bosque. Sin embargo, al llegar a un cruce de caminos, se encontró con el Lobo.
"Hola, Caperucita, ¿adónde vas tan apurada?" - preguntó el Lobo con su voz profunda pero amistosa.
Caperucita, un poco asustada, respondió:
"Voy a llevarle comida a mi abuelita que vive al otro lado del bosque."
El Lobo, que en realidad solo quería ser amigo, se le ocurrió una idea para ayudar.
"¿Por qué no tomas el camino del río? Tiene flores hermosas y se llega más rápido. Yo te puedo acompañar."
Caperucita dudó, recordando las palabras de su mamá, pero decidió confiar en el Lobo, ya que parecía tan amable. Así que juntos tomaron el camino del río. Mientras caminaban, Caperucita se dio cuenta de que el Lobo estaba más interesado en las flores y en escucharla que en asustarla.
"¡Mirá cuántas flores hay!" - dijo Caperucita emocionada.
"¡Son hermosas! Podemos recoger algunas para tu abuela, le encantarán" - respondió el Lobo.
Disfrutando del paseo, Caperucita y el Lobo llegaron a un claro lleno de flores. Mientras recogían algunas, estaban tan entretenidos que no notaron que estaban cerca de la casa de la abuela. En ese momento, se cruzaron con el Leñador.
"¡Hola, Caperucita! ¿Y con quién estás?" - preguntó el Leñador, quien conocía a Caperucita y a la abuela.
Caperucita, un poco nerviosa, pero entusiasmada por compartir su nueva amistad, respondió:
"Este es el Lobo. Me acompaña a ver a mi abuelita."
El Leñador miró al Lobo con desconfianza, y el Lobo, sintiéndose incómodo ante esa mirada, decidió explicarse:
"Sé que todos piensan que soy un lobo feroz, pero solo quiero ayudar a Caperucita. He cambiado y solo busco amistad."
Caperucita asintió y agregó:
"Es verdad, hemos recogido flores y nos hemos divertido mucho juntos."
El Leñador se sorprendió, pero decidió darle una oportunidad al Lobo.
"Está bien, pero cuéntame, Lobo, ¿qué harías si Caperucita se pierde en el bosque?"
"La ayudaría a encontrar el camino. No quiero que nadie se sienta solo o asustado. La amistad es más importante que la apariencia."
El Leñador sonrió y dijo:
"Me gusta tu forma de pensar. Quizás deberíamos apoyar a nuestra amiga. Todos merecemos una segunda oportunidad."
Finalmente, llegaron a la casa de la abuela. Caperucita tocó la puerta, y su abuela abrió con una sonrisa.
"¡Caperucita! Cuánto tiempo sin verte. ¿Y quién es tu amigo?" - preguntó la abuela, notando al Lobo.
Caperucita, emocionada, explicó:
"Es el Lobo, pero no es como dicen. Es muy amable y me ha ayudado a recoger flores para vos."
La abuelita sonrió, dejando de lado los prejuicios.
"Te doy la bienvenida, Lobo. Me alegra saber que Caperucita ha encontrado un nuevo amigo."
El Lobo, aliviado y contento, sonrió. Todos juntos disfrutaron de la comida y las flores. A partir de ese entonces, Caperucita, la abuela, el Leñador y el Lobo se hicieron amigos inseparables. El Lobo aprendió que las apariencias no importan y que ser honesto y amable puede cambiar la forma en que los demás te ven. Y Caperucita comprendió que a veces, la amistad puede encontrarse en los lugares más inesperados.
Desde entonces, el bosque se llenó de risas y aventuras compartidas, demostrando que la verdadera amistad superaba cualquier prejuicio.
"¡Qué lindo día!" - exclamó Caperucita mientras todos reían y disfrutaban de su tiempo juntos, prometiendo explorar más el bosque y vivir más aventuras.
Y así, Caperucita, el Lobo, el Leñador y la abuelita vivieron felices, aprendiendo cada día más sobre el valor de la amistad y la aceptación. Y nunca olvidaron que detrás de cada historia hay una lección que puede cambiar el mundo.
FIN.