Caperucita Roja y el Lobo Bondadoso



Érase una vez en un bosque mágico, donde los árboles susurraban secretos y los animales hablaban entre sí. En este lugar vivía una dulce niña llamada Caperucita Roja, conocida por su capa roja brillante que le había tejido su abuela.

Un día, su mamá le dijo: "Caperucita, tu abuelita está un poco solitaria en su casa. ¿Podés llevarle una canasta con algunas delicias?"

"¡Sí, mamá!", respondió Caperucita radiante.

Mientras caminaba por el sendero del bosque, comenzó a pensar en su abuela. Sin embargo, también había oído muchas historias sobre un lobo que merodeaba por la zona. La mayoría de las historias lo pintaban como un villano, pero Caperucita siempre había sentido curiosidad por saber más.

De repente, se encontró con el lobo, que estaba parado bajo un árbol frutal con una expresión melancólica en su rostro.

"Hola, pequeña. ¿A dónde vas tan apurada?", preguntó el Lobo con voz suave.

Caperucita dudó un momento, pero luego le respondió: "Voy a visitar a mi abuela, que vive al otro lado del bosque."

El Lobo se iluminó. "¡Yo conozco un atajo! Podrías llegar más rápido. ¿Querés que te muestre?"

Caperucita lo miró con desconfianza, recordando las historias. "Pero, ¿no sos un lobo peligrosísimo?"

El Lobo sonrió y dijo: "Esa es solo una historia mal contada. Lo que la mayoría no sabe es que me gusta ayudar a los demás. Solo quería encontrar amigos, y debido a mi apariencia, todos me han tratado como si fuera un villano. ¡Pero no soy malo!"

Caperucita se sintió intrigada. "Entonces, si de verdad no sos malo, ¿me mostrarías el camino?"

"¡Por supuesto!", respondió el Lobo.

Comenzaron a caminar juntos. El Lobo le mostró flores hermosas y enseñó a Caperucita sobre los pájaros que anidaban en los árboles. Cada vez que Caperucita se reía, el Lobo se sentía más feliz.

Cuando llegaron a la casa de la abuela, el Lobo se detuvo. "No quiero asustarla. Voy a esperar aquí. Decile que me encontraste en el bosque y que solo quería ayudarla.

Caperucita accedió y entró a la casa. "¡Abuela! He traído algo rico para vos"-

"¿Qué hay en la canasta, querida?", preguntó la abuela con una sonrisa.

Caperucita, emocionada, le mostró las galletas y la mermelada, luego agregó: "Conocí a un lobo en el camino. Dice que no es malo y solo quiere ser amigo de todos. ¿Podemos invitarlo?" - La abuela la miró un poco sorprendida.

"¿Un lobo, decís? Hmm... mmm. La verdad, siempre creí que eran peligrosos…"

Caperucita insistió: "Pero él ha sido muy amable. ¡Por favor, abuela! No todas las historias son verdaderas."

Finalmente, la abuela accedió, y Caperucita salió a buscar al Lobo.

"¡Vení, Lobo! Mi abuela quiere conocerte!"

El Lobo, un poco nervioso, se acercó lentamente. El corazón le latía rápido.

"Hola, señora. Soy el Lobo Bondadoso. Solo quería ayudar a su nieta a llegar aquí más rápido", dijo con timidez.

La abuela observó al Lobo y sonrió. "¿Sabés? Siempre pensé que erais malo. Pero ahora veo que me equivoqué. Todos merecen una segunda oportunidad. ¡Pasá!"

El Lobo se sintió aliviado. Pasaron una maravillosa tarde juntos, compartiendo historias y risas. El Lobo, lejos de ser un villano, se convirtió en el amigo de ambas.

El tiempo pasó y Caperucita se dio cuenta de que no era necesario creer en las historias que se contaban. Lo importante era conocer a las personas y darles la oportunidad de mostrar quiénes son realmente.

Desde ese día, Caperucita, la abuela y el Lobo disfrutaron de aventuras juntos, demostrando que a pesar de las apariencias, el verdadero valor se encuentra en los corazones de las personas. Y así, el Lobo se volvió un héroe en su propia historia, enseñando a todos en el bosque que no deben juzgar por las apariencias.

Fin.

FIN.

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