Caperucita Roja y el Lobo Digital
Caperucita Roja era una niña muy moderna que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques. Le encantaba usar internet para chatear con sus amigos, mirar videos de gatos y subir fotos a su red social favorita. Sin embargo, a veces se olvidaba de cuidar su privacidad. Un día, su mamá le pidió que llevara una canasta con comida a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.
"Recuerda, Caperucita, no hables con extraños y no compartas tu ubicación", le advirtió su mamá mientras le daba la canasta. "¡Sí, mamá! No te preocupes", respondió Caperucita, aunque en su mente ya estaba pensando en sus mensajes de texto.
Así, Caperucita se adentró en el bosque, sacó su celular y empezó a enviar mensajes a sus amigos. Mientras tanto, el Lobo, un astuto personaje que se pasaba horas en internet y que había estado observando a Caperucita, decidió aprovechar la situación.
El Lobo, haciéndose pasar por un amigo virtual, le envió un mensaje directo. "Hola, Caperucita, soy el nuevo chico del barrio. He visto tus fotos y me gustaría conocerte. ¿Sabías que hay una nueva App que te dice cómo llegar a la casa de tu abuela?"
Caperucita, emocionada, respondió rápidamente. "¡Hola! ¿De verdad? Eso suena genial. Me encantaría saber más."
"¡Perfecto! Solo necesitás compartir tu ubicación y yo te diré la ruta más rápida", contestó el Lobo astutamente.
En ese momento, Caperucita, demasiado confiada, no lo pensó dos veces y le compartió su ubicación. Sin embargo, en lugar de recibir un mensaje de vuelta con la información, el Lobo aprovechó la oportunidad y decidió llegar primero a la casa de la abuela.
Cuando Caperucita se dio cuenta de lo que había hecho, fue demasiado tarde. Al llegar a la casa de su abuela, se encontró con el Lobo disfrazado de su dulce abuelita.
"¿Abuelita? ¿Por qué tenés esos ojos tan grandes?", preguntó Caperucita, sintiendo que algo no andaba bien.
"Para verte mejor, querida", respondió el Lobo con una sonrisa.
"¿Y por qué tenés esos dientes tan afilados?" volvió a preguntar Caperucita, ahora más alerta. "Para comerme mejor", se rió el Lobo, listo para llevar a cabo su plan.
Rápidamente, Caperucita recordó el consejo de su mamá: "No hables con extraños". Se le ocurrió una idea. "¡Abuela, no deberías estar en la cama! Hay una nueva App que te hace parecer más joven. ¡Vamos a probarla!" dijo Caperucita con un tono fingido de emoción.
El Lobo, intrigado y sin querer perder la oportunidad de no ser descubierto, puso un rostro de curiosidad. "¿De verdad? Eso suena increíble. ¿Cómo se activa?"
Caperucita continuó: "¡Es muy sencillo! Tenés que sentarte frente a un espejo y seguir mis indicaciones!"
El Lobo, ansioso por lucir más atractivo, se levantó de la cama y se acercó al espejo. Mientras tanto, Caperucita aprovechó la ocasión para escabullirse y salir al jardín.
Una vez afuera, se encontró con un grupo de leñadores que estaban trabajando en el bosque. Caperucita les contó lo que sucedió.
"¡Rápido, vengan! Necesito su ayuda", les pidió. Los leñadores, valientes y enérgicos, decidieron ayudarla y corrieron hacia la casa de la abuela.
"¡¿Qué? ! ¿Un lobo disfrazado? ¡Eso es inaceptable!", dijo uno de los leñadores. Unidos, entraron a la casa y encontraron al Lobo frente al espejo, completamente distraído.
"¡Este es el momento!", exclamó el líder de los leñadores. Juntos, lograron atrapar al Lobo y lo llevaron lejos del bosque, asegurándose de que no pudiera hacerle daño a nadie más.
Caperucita, aliviada y agradecida, volvió a casa. Cuando llegó, su madre la esperaba con los brazos abiertos.
"¿Qué aprendiste hoy, Caperucita?", le preguntó su mamá.
"Aprendí que no debo hablar con extraños, ni siquiera por internet. Y que siempre hay que cuidar lo que compartimos", respondió Caperucita con una sonrisa.
Desde ese día, Caperucita Roja se volvió muy cuidadosa con su privacidad y comenzó a hablarle a sus amigos sobre los riesgos de internet. Y así, la historia de Caperucita Roja y el Lobo Digital se convirtió en una leyenda en su hogar, una lección sobre la importancia de la seguridad en el mundo digital. Y nunca olvidó el consejo de su mamá, convirtiéndose en una verdadera embajadora de la privacidad para todos los niños del pueblo.
FIN.