Caperucita Roja y el Lobo en el Puente de la Vía
Era un soleado día en San Roque, Corrientes. Caperucita Roja, con su famosa capa encarnada, caminaba cantando alegremente hacia la casa de su abuela. Por el camino, decidió pasar por un antiguo puente de la vía, donde el río suave corría tranquilamente. Pero no sabía que el lobo feroz, que había cambiado un poco desde sus días de fama, estaba acechándola detrás de un árbol.
"¡Qué lindo día para un picnic!" se dijo Caperucita mientras recogía algunas flores a un lado del camino. En ese momento, apareció Blanca Nieves, quien paseaba con los siete enanitos. Los enanitos iban cantando y recogiendo manzanas de los árboles cercanos.
"¡Hola, Caperucita! ¿Adónde vas con tanta alegría?" dijo Blanca Nieves, sonriendo.
"Voy a visitar a mi abuela, ¿quieres venir conmigo?" respondió Caperucita.
"¡Claro! Pero primero, tengamos cuidado, el lobo feroz anda por aquí".
Caperucita asintió y juntas continuaron su camino, pero el lobo, que las había escuchado, decidió cambiar su estrategia. "Si las asusto, quizás haga algo grosero y así me queda más fácil atraparlas", pensó.
Mientras tanto, el lobo salió de su escondite y comenzó a aullar muy fuerte.
"¡Auuuuuu!"
"¿Qué fue eso?" preguntó Caperucita, temerosa.
"No te preocupes, Caperucita. Ése es solo el sonido del viento" respondió Blanca Nieves.
Pero algo en el tono del lobo no sonaba nada amigable, entonces ambos personajes decidieron actuar con astucia. Blanca Nieves dijo:
"Caperucita, tengo un plan".
"¿Cuál?" preguntó Caperucita con curiosidad.
"Vamos a usar nuestra inteligencia para enseñarle una lección al lobo".
Así que las chicas se adentraron un poco más en el bosque, mientras el lobo las seguía, ansioso por atraparlas. Cuando llegaron a un lugar abierto, se dieron cuenta de que el puente se encontraba justo enfrente de ellas, y decieron emprender su plan.
Caperucita dijo:
"Lobo, ven a jugar con nosotras. Aquí hay suficiente espacio para todos".
El lobo, curioso y confiado, se acercó, señalando su interés por el juego.
"¿Qué tipo de juego?" preguntó.
"Un juego de adivinanzas. Si ganas, te dejaremos en paz; si pierdes, tendrás que prometer que no asustarás a nadie más".
El lobo, orgulloso de su astucia, aceptó el reto.
"Está bien, ¡empecemos!"
Clara y Blanca hicieron pequeñas adivinanzas mientras el lobo intentaba, pero era incapaz de adivinar las respuestas. Después de varias rondas, el pobre lobo se encontraba frustrado y confundido:
"¡Esto no es justo!"
Caperucita y Blanca Nieves se miraron, muy contentas por haber encontrado la solución.
"No se trata de ser justo, lobo, se trata de que debes aprender a ser amable y no asustar a los demás. ¿Qué tienes para decir?"
El lobo, con la cabeza gacha, reflexionó y dijo:
"Está bien, prometo no asustar más a nadie. Solo busco un poco de diversión".
Las chicas decidieron darle una oportunidad al lobo, y así, terminaron jugando en el puente de la vía. Caperucita creó un hermoso ramo de flores con la ayuda de Blanca Nieves mientras el lobo recolectaba más ramas para hacer una decoración en el puente. Juntos, hicieron una hermosa fiesta en ese mágico lugar.
Esa tarde, las risas resonaron por todo San Roque, y el lobo aprendió una lección importante: a veces, lo que más se desea es la amistad.
Desde ese día, el lobo feroz se convirtió en un gran amigo de Caperucita Roja y Blanca Nieves, y jamás volvió a asustar a nadie. Siempre que cruzaban el puente de la vía, recordaban cómo una sencilla adivinanza cambió su destino para siempre.
FIN.