Caperucita Roja y los Tres Chanchitos



Había una vez una niña llamada Caperucita Roja que vivía en un acogedor bosque junto a tres chanchitos muy limpios. Sus nombres eran Tito, Lucho y Pancho. Caperucita pasaba sus días jugando con ellos, corriendo entre los árboles y recogiendo flores. Aunque los tres chanchitos eran diferentes en personalidad, compartían un gran amor por la limpieza y el cuidado del medio ambiente.

Un día, mientras jugaban, Caperucita se dio cuenta de que la casa de los chanchitos estaba un poco desordenada.

"Chicos, ¿por qué no ayudan a ordenar un poco su casa?", les sugirió Caperucita.

"A veces, estamos tan entretenidos jugando que se nos olvida", respondió Tito.

"Pero, si trabajamos juntos, podemos hacerlo rápido y luego seguir jugando", propuso Lucho.

"¡Buena idea!", exclamó Pancho, emocionado por la posibilidad de tener más tiempo para jugar.

Así que los cuatro se pusieron manos a la obra. Mientras recogían juguetes y barrían el suelo, Caperucita les enseñó sobre la importancia de mantener el entorno limpio.

"Si cuidamos nuestro hogar, también cuidamos de los animales y plantas que viven aquí", explicó Caperucita con entusiasmo.

Al terminar, la casa brillaba de lo linda que estaba. Contentos, decidieron hacer una merienda. Caperucita llevó una canasta llena de pastelitos que había hecho con su abuela y los chanchitos prepararon limonada.

Mientras comían, Pancho dijo:

"¿Qué tal si hacemos un picnic en el bosque esta tarde?".

Todos estuvieron de acuerdo. Sin embargo, justo cuando estaban a punto de irse, vieron una sombra extraña entre los árboles. Era el Lobo, que los había estado observando desde lejos.

"¡Hola, chicos!", dijo el Lobo en un tono amistoso. "¿Qué están haciendo?".

Caperucita se sintió un poco incómoda. Había escuchado muchas historias sobre el Lobo que no eran muy buenas.

"Estamos haciendo un picnic, ¿querés unirte?", le preguntó con cautela.

"Claro, suena genial, aunque... no soy muy bueno con las comidas saludables", respondió el Lobo, rascándose la cabeza.

Los chanchitos miraron a Caperucita y ella pensó que tal vez podrían ayudar al Lobo a hacer elecciones más saludables.

"¿Sabías que los pastelitos de mi abuela tienen muchas vitaminas?", ofreció.

"Podemos enseñarte a preparar algo delicioso y sano también".

El Lobo se sorprendió. Nadie le había ofrecido algo así antes. Durante el picnic, aprendieron a hacer una ensalada fresca con frutos del bosque. El Lobo se divirtió y prometió que cambiaría sus hábitos alimenticios.

Después del picnic, comenzaron a jugar. Caperucita, Tito, Lucho y Pancho se dieron cuenta de que el Lobo simplemente buscaba amigos, pero no sabía cómo.

"Si te unes a nosotros en el bosque, podrías jugar todos los días", le dijo Lucho.

"¿En serio?", preguntó el Lobo, sorprendido.

"Claro, ¡pero tenemos que practicar juegos limpios y saludables!", rió Pancho.

Desde ese día, el Lobo se convirtió en parte del grupo. Aprendió a disfrutar de la naturaleza, a cuidar su entorno y a hacer elecciones de comida saludables. Caperucita y los tres chanchitos le mostraron la importancia de tener buenos hábitos, y juntos hicieron del bosque un lugar aún más hermoso.

Y así fue como, además de amigos, Caperucita, los chanchitos y el Lobo se convirtieron en grandes aliados de la limpieza del bosque, promoviendo un estilo de vida saludable y divertido. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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