Caperucita Rosa y los Tres Cerditos
Había una vez, en un hermoso bosque, tres cerditos que vivían felices en sus casas de paja, madera y ladrillo. Cuentan las leyendas que los tres cerditos habían aprendido a construir con diferentes materiales, pero lo que más disfrutaban era compartir aventuras. Un día, mientras jugaban, apareció Caperucita Rosa, la niña de la capa color rosa que siempre traía alegría al bosque.
"¡Hola, cerditos! ¿Qué están haciendo hoy?" - preguntó Caperucita Rosa, sonriendo.
"¡Hola, Caperucita! Hoy estamos planeando una excursión para recolectar frutas. ¿Te gustaría acompañarnos?" - respondió el cerdito de paja, entusiasmado.
Caperucita Rosa pensó que sería divertido, pero tenía una misión muy importante.
"La verdad es que estoy en busca de manzanas para mi abuelita, que está un poco triste. Dicen que las manzanas del Bosque Encantado son las más dulces del mundo, ¿me ayudarían a encontrarlas?" - dijo.Caperucita Rosa con un brillo en sus ojos.
Los tres cerditos se miraron entre sí y, al unísono, respondieron:
"¡Por supuesto! Vamos juntos a buscar las manzanas. ¡La abuelita de Caperucita se merece un regalo!"
Así que partieron en su aventura. Caminando por el bosque, comenzaron a encontrar todo tipo de deliciosas frutas, pero las manzanas parecían difíciles de hallar.
Después de un rato, llegaron a un claro donde encontraron un árbol majestuoso, lleno de frutas coloridas. Pero al acercarse, se dieron cuenta de que no eran manzanas, sino peras doradas.
"Miren lo que hemos encontrado, son peras doradas. Tal vez podamos traerle unas a tu abuela también, Caperucita" - dijo el cerdito de madera.
"Sí, pero aún necesito las manzanas. ¡Vamos a seguir buscando!" - insistió Caperucita Rosa.
Siguieron su camino hasta que de repente, escucharon un ruido extraño. De un arbusto cercano salió un pequeño lobo, que parecía no tener intenciones de asustarlos.
"¡Hola! No se asusten, solo busco compañía. Soy un lobo amigable y me llamo Lolo. He estado observando sus aventuras. ¿Puedo unirme a ustedes?" - dijo el lobo, moviendo su cola de manera amistosa.
Caperucita Rosa se mostró un poco dudosa, recordando las historias sobre el lobo feroz, pero los cerditos, que eran valientes, le sonrieron y le dijeron:
"¡Claro que sí, Lolo! Cuantos más, mejor. Tal vez conozcas un lugar donde haya manzanas."
"¡Por supuesto! Sé de un lugar escondido donde hay un árbol que da las manzanas más ricas. Solo necesitamos seguir el arroyo hasta la colina. ¿Quieren ir?" - explicó Lolo.
El grupo, más curioso que asustado, decidió seguir al lobo. Tras un rato de caminar, llegaron a la colina y, efectivamente, al otro lado encontraron el árbol de manzanas con sus frutos rojos brillando bajo el sol.
"¡Lo logramos!" - gritó Caperucita Rosa mientras corría hacia el árbol. "¡Gracias, Lolo!" - agregó, mientras empezaba a recoger manzanas.
Lolo sonrió y se unió a la recolección, mientras los cerditos se apresuraban a ayudar. Al finalizar, Caperucita Rosa había recolectado una gran bolsa de manzanas y un par de peras doradas que los cerditos habían traído.
De regreso a casa, Caperucita no podía contener su felicidad:
"Esto será una gran sorpresa para mi abuelita. Estoy segura de que se alegrará."
Cuando llegaron a la casa de la abuelita, Caperucita Rosa presentó las manzanas y las peras de manera entusiasta:
"¡Mirá, abuela! Trajimos estas frutas para ti, con la ayuda de mis amigos."
La abuela sonrió con ternura y abrazó a Caperucita y a sus amigos:
"¡Qué suerte tengo de tener a Caperucita y a sus amigos del bosque! Gracias, pequeñitos. Esto me hace muy feliz."
Y así, entre risas y cuentos, la tarde se llenó de alegría, aprendiendo que la amistad y la colaboración hacen que cada aventura sea especial y que, a veces, la ayuda viene de donde menos lo esperas.
Desde ese día, el lobo Lolo se unió al grupo de amigos en sus aventuras, y los cerditos y Caperucita Rosa aprendieron que la verdadera amistad puede surgir de los encuentros más inesperados.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.